martes, 30 de abril de 2013

Cuando Lobo...Solo



En el valle cerrado
por un cordillerano candado,
entre moles de granito,
cumbres blancas,
y la ominosa vigilia
de un volcán adormilado.

En el valle del lago
profundo como tus ojos.
Azul ,como tus ojos.
Brillante,como tus ojos,
habito una cabaña humilde,
en una pequeña caleta,
entre coihues y lengas.

Vengo aquí cuando soy mas lobo.
Cuando amordazo al hombre
de horario febril y apretado.

En el muelle de madera,leo,
y de vez en vez
le doy verdadera dimensión,
a mi mundo de olores.
resinas y hongos.
Almizcle de la brama
de los ciervos colorados.
Aromas a monte,a pinos y musgos;
y un dejo mineral,
cuando el viento baja
de los solemnes cerros.

Miro las altas cumbres,
cuando la tarde las torna doradas.
Cuando grita el macá,en el lago.
Aquí vivo como el lobo...
y si quieres sorprenderte,
solo te otorgo un instante.
Acércate y observa nuestra imagen,
reflejada en el lago.
¿A quien ves a tu lado?

Ahora vete y calla.
Que de mis cosas de soledades
y de magia...
No me agrada que se hable.

                                      Jorge

lunes, 29 de abril de 2013

La Fruta Prohibida?



Conoces a quienes escancian
los vinos de la virtud,
y luego fisgonean
 lo que ocultan bajo la mesa,
los altivos parroquianos,
en concurridos bares de moda.
Pose de campeones;
y figurillas que muestran su mejor perfil,
a los conocedores.
Pero hay algo que está comenzando
a metamorfosearse,
entre los bellos hurones 
con camisas de seda.
Ahora juegan a cambiar
manjares por perdones.
Las mantis huyendo de sus presas.
Descubrieron su pose,y no perdonarán,
a los cruentos caníbales con aire monacal
de divinos rezadores.
No se reciben más pecadores
en atestados confesionarios.
No se atiende al público
por tiempo indeterminado.
A encargarse solos de las penitencias.
Redimirse es pensarse 
como un bruto durmiente de dura madera.
Soporta el peso de rieles de acero
y de trenes rugientes,
por la gracia de ser uno de miles,
que ponen la espalda.
Sientes un cosquilleo en tu boca,
y miras la manzana mordida,
que yace en tu plato,
con medio gusano desesperado.
Escuchas las voces de tus vecinos,
que cenan su fruta agradecidos.
Y sonríes mientras masticas
la fruta prohibida.

                                   Jorge

domingo, 28 de abril de 2013

BUDAPEST De Oscar vicente Conde


BUDAPEST
Esa ciudad que me llama

Si hubiera llegado hasta allí
a salvo de todo
recogería medusas inteligentes
con un grial hurtado del palacio
y tendría alas invisibles para pasar inadvertido
cantaría melodías desconocidas
la mesa en medio del salón de vidrios
sin mantel
sin vajillas
sin cubiertos
con flores de tiempos inciertos
los espejos que hablan a los rostros tiesos
las sillas de felpa esperan confiadas
las brujas no se visten de negro
y son difíciles de reconocer detrás de las cortinas
las puertas no tienen miradores aliados
los que murieron no resucitan
a pesar de los rezos de las mujeres oscuras
la luz se escapa descalza debajo del puente
cerca del río que se lamenta solitario
la tierra es roja casi siempre
después de las lluvias se vuelve amarilla
en ella bailan los duendes disfrazados de larvas
el cielo se arrodilla tras las montañas
antes que el sol descubra las crestas de los pájaros
el aljibe suspira
su aliento sombrío derrumba a la mariposas
no llegué a ese lugar tan lejano
es como un sueño arrumbado en un baúl blanco
clausurado en antaño
quizá haya niños frente a la vidrieras ovaladas
sin juguetes de lata
los hombres usan sombreros gigantes
las mujeres esperan tras la ventanas dóciles
con sus labios pintados con sangre de sus dedos
ellos las besan ácidamente
para irse a la guerra que aún no fue declarada

Budapest
está lejana
allí recoges medusas inteligentes
y me reclamas en tus silencios que gritan
a salvo de todo
a salvo de mi

Autor: Oscar Vicente Conde © 2012 ( Gran poeta argentino.Su versatilidad y el manejo de imágenes poéticas es realmente admirable.Lo considero un gran referente de la actual poesía .Pródigo en varios grupos de la red )

Su lluvia (para el palabrista)



Se acercó a la ventana
con el mate en una mano
y el termo bajo el brazo.
Corrió las cortinas.
Salió al balcón,
y miró caer la lluvia
fina y lerda.
Con esa cualidad de limpidez
que tiene,
cuando llueve hace horas.
Aspiró el húmedo y fresco
aroma vegetal, del plátano cercano.
Casi podía tocar sus ramas.
Miró sus hojas,perladas
por las finas gotas.
Atizbó las nubes bajas,
de su pequeña porción de cielo.
Sacó su block de notas
del bolsillo trasero
del pijama de entre casa.
Y, como herencia de un lugar
que no recordaría,escribió:
Nostalgia.

                              Jorge

sábado, 27 de abril de 2013

Latidos de tu corazón



Comenzó el ritual
fusionando ficciones,
romances y amores falaces,
ambiguos,
Afinando las cuerdas
de instrumentos fatales,
que harán de éste,
un juego cruel,
de artero,anunciado final,
para pasiones malsanas,
ardientes y fatuas,
que espantan a hombres 
de sagas escritas,
en libros plagiados
por fieles deidades.
Guardianes oscuros,
que encienden las llamas,
y danzan su fe 
en tormentosos delirios.
Canjean martirios, 
por oraciones declamadas
 desde escabrosos púlpitos.
Verdades absolutistas 
que prometen una patética paz,
mentirosa y convincente...
a tu corazón.
Tan vehementes son,
como una herida.
(Así... vehementes).
Desde los templos,de enormes ecos,
que insuflan miedo
en tu corazón.
              --------
¡ Y a partir de hoy
declaramos abandonados 
a la suerte de su ocaso,
a dudosos santos benditos,
a los demonios proscritos,
y a todos los seres
que blanden banderas,
quemando los mapas,
 Borrando quimeras;

tapando los rayos,tibios,
del sol!
Helando latidos
(compases sentidos)
en tu corazón.

                         Jorge

El desvío de Traducir

Estupendo relato de Susana Grimberg.




El desvío de traducir. Susana Grimberg. Primer Premio Narrativa Certamen Nac. e Int. Ed. Nuevo Ser 2010

por Susana Grimberg (Notas) el viernes, 26 de abril de 2013 a la(s) 21:50
                                             EL DESVÍO DE TRADUCIR 
                                                               I
                                 “Home is when one stars from. As we grow older
                                  the world becomes stranger, the pattern more complicated of dead and iiving.
                                                           T. S. Eliot
                       
     Villa del Parque. La casa, estilo inglés, blanca, delicada, silenciosa. La familia, clase media culta, comprometida con la educación de los hijos. Ese era el mundo de David.   
     El mundo.
     La primera lengua de la madre de David fue el inglés. Hija predilecta de un padre encantador, ingeniero, atraído hacia la Argentina por el ferrocarril. David la recordaba caminando como si apenas apoyara los pies en el suelo. Su andar era brisa, aleteo de la falda, susurro. 
     Los cuatro hijos se deleitaban escuchándola. La madre les leía historias, fragmentos de novelas. A través de lo que ella les narraba intuyó que la historia es llanto, alegría, dicha y desdichas. Su dulzura era una puerta a la irrealidad.
     Profesora de literatura inglesa, trabajaba intensamente.   
     El padre, una persona amable, de buen trato. Abogado, tenía un estudio jurídico cerca de Tribunales. David, el menor de los hijos, íntimamente festejaba cuando lo acompañaba al trabajo, aunque hablaran poco. Sólo política y deportes. Era así con todos los hijos. Extremadamente reservado, absorbido por su trabajo, había delegado la educación de los hijos en la madre.     
     David se recordaba mirando desde su extrañeza cómo, con estudiada calidez, la pareja se entendía. Jamás una discusión seria. Estaba orgulloso.   
     No conoció a sus abuelos. Viendo a su alrededor, pensaba que supieron morir a tiempo. Cuando no hacían falta.  
     En la infancia del muchacho, prolijamente diseñada, las mucamas desentonaban. Se resistía a quedarse con ellas. Les temía. Sentía que sus miradas lo arañaban, que se apropiaban de la casa cuando los padres salían por trabajo o placer. En el preciso momento en que se alejaban en el auto, David vomitaba. La fiebre aumentaba al ritmo del miedo.    
     Un día, recorriendo el jardín, oyó gemidos. Quiso saber. Los ojos vieron una araña rodando sobre el pasto, una araña con dos cabezas, brazos y piernas humanas. Nada entendió. Pero una de las cabezas lo miró. Sintió terror. Intentó hablar con el padre. No supo cómo. Menos aún con la madre. No pudo hallar palabras para contar lo sucedido.
     Aprendió a callar.
     Después supo que los dueños del poder las habían diseñado de ese modo. No sin complacencia, ellas calzaban en ese diseño.
     Un reumatismo infeccioso lo postró en la cama durante varios meses. Tenía diez años. La enfermedad retuvo a la madre junto a él pero le dejó un corazón demasiado débil y la huella de un dolor sin palabras. Sin embargo, le deparó un beneficio: no hizo el servicio militar. En la libreta de enrolamiento resaltaba: No Apto.
     Años más tarde, comiendo un tostado en un bar cerca de la facultad de Filosofía y Letras (David cursaba la carrera de Letras), descubrió a una pequeña de grandes ojos que lo miraba comer. La boca seguía sus movimientos y disfrutaba, desde el hambre, lo que él saboreaba. David salió a la calle, la invitó, comió con ella, rió con ella. 
     Ese encuentro lo llevó a militar. Le disgustaba la palabra: veía a un militar. Pero aunque percibía el ruido a lata, a falsete, a ansias de poder, tuvo la necesidad de hacer algo para que los arrojados del mundo pudieran sonreír.

      La muerte de la madre, bajo una lluvia afilada, lo descolgó del mundo.
      La velaron.
      La muerte, un vidrio sucio.
      La nada, una extrañeza.
      Las fotos, confusión de tiempos.
     ¿La vida, un paseo por la tristeza? 
  
      Tenía veinticuatro años cuando conoció a Margot.
      El cielo, agua sorprendida.
      Ella, una llanura de pastos tiernos.
      La deseó.
      La devoró.
                                                     II
      A los dieciocho años, Margot supo lo que era desear a un hombre hasta el dolor. Morir con él.
      Ese era su modo de hacer el amor.
      Eso. 
      Vivir lo que no se puede explicar. 
      Disfrutar.
      En verdad, solía decir que le enseñaron los libros. Y fue a través de ellos que los ojos se le abrieron a otros paisajes, la sangre respiró lo eterno, lo breve del tiempo.
      Los libros fueron su mundo.
      El mundo.

      La llamaban Margot. Por la abuela francesa. Ella, nacida en una familia feliz, nunca una discusión entre sus padres, iba a ser una flor. Y no para ser deshojada como una margarita sino para bailar la vida como Margot Fonteyn.
      Le gustaba más Leslie Caron. A los quince años se miraba en esa cara, llevaba flequillo, tenía el pelo cortado a lo garçón. Y bailaba en las escaleras como en “Las zapatillas de cristal”.
      La vida iba a ser goce. 
      Una tarde lejana de 1974, tenía veinte años, le presentaron a David. Le miró el cuello, la nuez, imaginó los hombros, el torso debajo de la camisa, los muslos.
      El deseo es la joya más difícil de hallar. Se devoraron.
      La noche fue danza.
      Efímero.
      En algún momento, el horror.
      Miércoles. La mañana apuró su paso. Gestionaba una beca para Francia cuando, camino al consulado, Basavilbaso, no recordaba el número, la detuvieron. La interrogaron. Le golpearon las piernas hasta quebrarlas.
      La quebraron.
      A él lo detuvieron en un allanamiento, ese mismo día, la misma mañana, el mismo aire que había respirado ella.
      Margot avanzaba por calles soleadas. Anestesiada, Un viento vacío.
      No lo volvió a ver. Supo que al año salió en libertad.
      La oscuridad es la playa, alfombra de noche.
      No volvió a bailar. ¿La vida iba a ser goce?
      Bailaría la vida como Margot Fonteyn.

                                               III
      La traducción... De la danza al francés, apenas un giro, una vuelta, une tournée. Traducir era la posibilidad de continuar bailando.   
      Un día, como si hubiera recibido algún mensaje, salió de la casa. Necesitaba caminar antes de sentarse en el bar. Escribiría después.
     Desde que empezó a dedicarse a traducir, surgió en ella el deseo de escribir. Quería  ponerle palabras a su experiencia, al desvío (¿a la danza?) de traducir. Pronto tendría el libro terminado, si no fuera porque alguna poesía indiscreta se le escabullía al papel.
      La primavera recién nacida lastimaba la ciudad.
      Un sol tímido, tibio.
      Cuando entró al bar, se detuvo para buscar alguna mesa aislada a la que le diera un poco de sol. No la encontró. Se ubicó en uno de los boxes. Miró a su alrededor. Tenía ganas de engañar, de crear la escena de alguien que va a encontrarse con otro. Desplegó los papeles sobre la mesa; con la mirada tocó al mozo.
      _ ¿No va a esperar? – el mozo había creído en su representación.  
      _ La verdad es que no sé si van a venir o no, pero lo que sí sé, es que me muero de hambre.
      _ Usted dirá...
      _ ¿Me alcanzaría una carta, por favor ?
      _ La tiene allí.
      _ Disculpe – miró la carta - Quiero un lomito completo con tomate, lechuga, jamón y queso. ¡Ah ! Y una gaseosa ligth. Cualquiera.
      Relajada, se puso a observar. Mientras lo hacía, tropezó con los ojos de un anciano que le extendía unos peines protegidos por un plástico.
       _ Cómpreme... cómpreme los peines, cómpremelos - balbuceaba.
      El ruego se le pegaba en el cuerpo.
      _  No necesito peines – dijo con tristeza.
      _ Por favor.
            Recordó las palabras de una amiga: “No puedo dejar de ayudar a los viejos. A ellos les compro pero a los jóvenes no, porque pueden trabajar. Y a los chicos tampoco porque no sé para quién es ese dinero. Pero a los viejos ...“
      _ ¿Cuánto valen?
      _ Diez  pesos.
      _ Es demasiado. No necesito peines.
      _ Estos peines no son comunes.
       El viejo ya había pasado por todas las mesas. Algunos, abiertamente, se habían  negado. Otros, desviaron la vista. Le miró las manos. (Tuvo la necesidad de hacer algo para que los arrojados del mundo pudieran sonreír). Compró. “Ni que tuviera una peluquería”, pensó mientras estudiaba los seis peines ordenados en un estuche.   
       Distraída, terminó de escribir el poema que había guardado desde hacía veinte años. El sol de la ventana la golpeó. Creyó ver en el cristal la imagen distorsionada de David.
      ¿Locura?
      El aire le empezó a faltar, llamó al mozo, pagó.
      Huyó.
  
      Veredas, autos, pavimento, bocinas.
      La tarde, llovizna de sol.
     Se paró en el puesto de flores. Unas manos desnudas - recordó las que una hora atrás le habían impuesto los peines - le ofrecieron jazmines. Encandilada por el sol, sin mirar, preguntó: 
     _ ¿Por qué?
      _ Porque sí. Vi como ayudabas al viejo y quise regalarte una flor. – contestó una voz que le pareció conocida.
  
                                               IV
                                                                “There is only the fight to recover what has been lost
                                                                              and found and lost again and again…“
                                                                                                         T. S. Eliot
     La traducción era inadecuada. Pero, ¿cómo pasar, trasladar de una lengua a otra la emoción, la idea del autor? Había que intentarlo. Ese era su trabajo, el asunto al que se había dedicado desde su partida.   
      Invierno. Londres. Un refugio. Los días fríos, iluminados por un sol de cristal que danza - una de las frases que siempre recordaba de Margot – lo habían protegido de la desesperación.
      Culpable de haber roto lo único que lo ligaba a la vida.
      Después de la detención, no quiso, no pudo hablarle. Menos aún, verla. Nada que lo ligara a la Argentina. A la araña. A la extrañeza.
       Miró por la ventana. 
       Nunca hubiera querido desertar de Buenos Aires. Magnífica. Violenta. Recordaba la desnudez de los árboles, el dolor de los jazmines.
       Por las madrugadas, la tristeza de la bocina de los autos. 
       Las mañanas, un agujero.
      Gritar. Eso quería.
     Alucinado, creía ver a Margot en las calles húmedas. La mirada se le iba lejos. Londres, inmensa, compacta, era un escondrijo para cualquiera. Ella podría estar en algún lado, no lejos de allí. Las tardes solían arrojarle a la cara el perfume.
     ¿Delirio?

      Se veía. De afuera. Una película. 
      Las noches. Un agujero.
      Los vientos fueron borrando la voz de Margot. 
     No sus frases.
      No su piel. 
      Nunca su alegría, ondulación de las notas.
     Ella era la danza extraña que él hubiera deseado traducir.

                                                            V
     Lo miró apenas, agradeció, tomó el ramo, se fue. 
     Caminó el sueño de la noche anterior. “Avanzaba por calles soleadas cuando la nieve la cubrió hasta las rodillas. Anestesiada. Las calles, de golpe oscuras, indiferentes. Gritó ¡David!. Un viento vacío la despertó.” 
    Temblando de frío, abrió la puerta del departamento, tiró las cosas sobre la mesa, se tranquilizó, llenó con agua el florero redondo, que había traído de las vacaciones por el sur. Uno por uno, los jazmines nadaron en el agua. Lunas que danzan en un cielo transparente, pensó. En medio del ramo, el pequeño sol de cristal: una margarita.     
      Encendió la computadora. 
      Recordó los ojos del viejo. Danzaban tristeza. Recordó las manos. Las otras manos. Se dirigió hacia la ventana. Ya no llovía sol. Era la tarde la que llovía.
     Volvió al poema, lo imprimió, releyó, sonó el teléfono, corrió para atender, equivocado. Salió a buscar a quien le regaló las flores, bajó con la cartera apretada contra el pecho, caminó, caminó, caminó, sintió que la seguían.
     ¿Locura?
     El puesto de flores, cerrado. Volvió al bar, el mozo se asombró. El encargado de le entregó una nota, reconoció la letra.
     “El deseo es la joya más difícil de hallar”.
     David.
     Barba apenas crecida, anteojos oscuros, sobretodo negro, largo. Reconoció primero las manos, las mismas manos que la rozaban en mordiscos de recuerdos. Después, la voz. 
     _ Estuve en Londres – lo oyó decir – No me animé a escribirte. No quería comprometerte. 
     David se sentó a su lado. Hablaron, recostados sobre las palabras, bebiendo de cada palabra.
     Se gustaron.
     Se devoraron. 
     La vida iba a ser goce.

                                 

miércoles, 24 de abril de 2013

El Gran Temor




El ciego dolor,áspero y latiente,
asesina con constancia
y parsimoniosa insistencia
tu cabeza,
Tus ojos se nublan,
y tu nariz gotea....

Que sientes?
Es la obstinada curiosidad.
Como es tu dolor?
Alternamos morbosidad y miedo,
y no deseamos una muestra,
en realidad.
El desgarro interno
de un devastado cerebro.
Un paso hacia la muerte.
El dolor intolerable y masivo.
La herida de bala...
el cuchillazo en la cara.
No quieres ese conocimiento.
El hambre descomunal,
que quema en el estómago.
Artero ataque que no deseas conocer.
Te proteges de él
a través de la ignorancia física.
Y aun así,
Negándote a saber;
por ser quien eres,
por ser humano,
perteneces a las huestes
del amor y el odio.
De la mente despierta y activa,
y los deseos altos.
Has nacido con la cualidad
de la comprensión total.
Solo te escondes de ella,
como lo hago yo,
para que el miedo final,
el temor a la muerte y al dolor,
aun no te toque.
Aun no te mate.

                           Jorge

martes, 23 de abril de 2013

Hazaña Prohibida



La memoria
está unida a la vida,
como un niño al pecho,
de su amorosa madre.
Solo la historia,
universal,poderosa
la replica y eterniza.
Aliada al ser humano,
es tan tenaz,
que el olvido de nuestros muertos,
necesita de generaciones,
para borrar toda impronta;
o una veta de odio,desdén.
Nuestra propia muerte,como final,
asegura el término 
de la memoria íntima,
personal
de alcance único y limitado
a vaivenes secretos.
A lo largo de nuestra existencia,
de nuestra acotada eternidad,
no conseguimos el prodigio,
de poder olvidar a voluntad.
Esa sería una hazaña
que la memoria,
tiene prohibido alcanzar.

                              Jorge

lunes, 22 de abril de 2013

Un Son Para Pensarte



Es insolente pensar en ti
en términos de égidas,
de sortilegios contra soledades huecas,
y oscuras ausencias.
A mí me provoca soñarte
desnuda y anhelante.
Porque mi boca desea
degustar tu boca,
en ardoroso deseo de lamerte,
recorrerte y saborearte.
Elevarme entre cumbres imperiosas,
que claman por besos.
Deambular por tu cuerpo.
Llegar al lagar de tu deseo,
allí donde anida tu íntimo misterio.
Pensar en ti,mi compañera...
hoy evoca encuentros agitados,
húmedos,de sexo.
Encantadas comuniones
en el embrujo del ensueño.
Pensar en ti,me prepara para un canto,
que será susurros,jadeos....
Broncos gritos de nuestro son
de unidos cuerpos,
para el delirio completo.

                                          Jorge

domingo, 21 de abril de 2013

El Rayo


A Hugo Bab Quintela
Amigo,actor,comediante,
dramaturgo.
Un gran ser humano.

Afiebradas madrugadas,
no insistan en el sueño.
El letargo no vendrá.
La energía que se expande
en mi mente de poeta,
recorre furtivamente,
cada célula de mi cuerpo.
Aliento de sentires destinados
a ser letra viva,versos como golpes
en la caja de mi alma.
Parto astral,génesis del arte,
que vindica mi pequeña existencia;
da cósmico sentido a quien soy.
Palabras escritas desde la memoria viva,
desde el amor.....
Desde la desesperación,
hasta cobrar vida propia.
Bullen en mi espíritu,incandescentes.
Crepitan hirvientes,
como brasas en la hoguera,
de mi ardiente mortero pasional.
Funden una aleación sagrada
entre los sueños y palabras anheladas.
Soy el médium poseído.
Soy mano,tinta hombre...
y soy poema afiebrado,liberador.
Recorriendo los eternos laberintos,
camino,pisando espejos
que se quiebran en mil pedazos.
Y reflejan mil imágenes; completas...
que laten entre luces y destellos.
Está cercana la sensación,
la inspiración...el rayo.
Estar nuevamente extraviado,
alumbrado,muerto,renacido,
Pues en el basto laberinto
de muros hechizados,
recibo ,al fin el relámpago.
Recio,luminoso,explosivo.
Ardiente....
Que golpea inclemente mi diestra,
para ser transformado en poesía;
aplacarlo en estas líneas.
Y,en el beso existencial,
Manchar mis labios con tinta.

                                         Jorge



viernes, 19 de abril de 2013

Amor Sagrado



Fueron los días
de lucha por el amor.
Aquellos en que el amor pasional,
sensual y ardiente,
se hizo un solo sentimiento;
una sola caricia.
Y los días dedicados 
al más amplio y verdadero.
Al abarcativo sentimiento
 que el alma nos obsequia,
cuando abrimos nuestra mente al universo.
A nuestros semejantes.
A las naciones animales,
que acompañan nuestro camino.
El amor por nuestro planeta.
Por los entes vegetales 
que alimentan el aire,
con el fluido de la vida.
Por cada niño.
Por cada anciano.
Por el aleccionador pasado,
y la esperanza de futuro.
Amor.Por perpetuarnos.
Obstinada lucha por ser.
Por no trasmutar existencia,en olvido,
cuando nuestros cuerpos abandonen
este frágil plano fútil.
Fueron días de maduro crecimiento.
De aleccionarnos una vez más,
en este último tramo.
Cuando el beso endulzó todos los labios.
Cuando nuestro apretado abrazo,
fue el amor total.
Sagrado.

                                          Jorge

jueves, 18 de abril de 2013

Elevado



Te distraeré de tus dominios
para que conozcas un barro
que es algo más que esa mugre
que se pega a los pasaruedas 
de tu enorme camioneta
de tracción integral.

Ven conmigo;te acompañaré.
Daremos un completo paseo
por una realidad presuntamente ajena.
Hijo dilecto del mundo QWERTY.
Forjado en pasiones androides,
de chips y micro ondas.
Alimentarás tus pulmones grises,
con un humo...verdadero.

No temas.
Saldrás casi íntegro.
Bienvenido al hábitat de tus miedos íntimos.
Vestidos con ropas que deshecharon los legos,
somos bellos,entre tus fobias...

Cruzarás las acequias
sobre tablas dudosas.
No queremos que te contamines
con nuestras aguas residuales...
por tu paso algo vacilante.

Comerás otras mieles y otros manjares.
Beberás el vino de la gente,
que sabe a eso mismo,sin trámites de moras,
frutos del bosque,taninos,ni maderas.
Solo a vino.

Vendrás con nosotros,
y bailaremos contigo.
Cantaremos y nos liberaremos
de dudosas confusiones.
De ignorantes temores.

Oirás ala mosca
zumbar en tu oído,
secretos que,antes siquiera intuías.
Y volverás a lo tuyo,exorcizado,
para ser un hombre nuevo...
Elevado.

                                     Jorge

martes, 16 de abril de 2013

Carta desde Buenos Aires ( Para vivir en un sueño)



Querido Hermano:

Afuera esperan los malvones ,
madreselvas en los alambrados,
.....y colorida hojarasca.
En la rama que sobresale de la vereda
del lado del tren,las hojas desean mostrarte
sus otoñales colores.
Los rieles brillan ,a la luz vertical y tibia,
del mediodía barrial,
y sus destellos se reflejan 
en los frentes de las casas bajas,
y las vidrieras de las tiendas de siesta muda.
Las calles te esperan,con su manto crujiente,
que los vecinos se empeñan en extinguir,
en fogatas nocturnas de aromático ahumado.
Aguardan que cruces la avenida.
Las baldosas extrañan tus pasos.
Y un camión asmático,
tose el traqueteo
 de su andar cansino y humeante,
con volutas de gasoil neblinoso y quemado.
La ciudad te recibe, con su rostro más sereno,
Con sus bestias a buen resguardo;
enterradas a perpetuidad,
bajo gruesas capas de adoquines y asfalto.
Ya selló sus sepulcros,el Ángel Gris,... con esmero;
y su final es un hecho:
Garras aplastadas; colmillos quebrados.
El aire huele a gloria,
a mañanas modorrosas;
a tardes de mate,en parques amplios.
A noches en San Telmo,de bohemia desvelada.
Buenos Aires te espera...como una novia nueva.
Aguarda,fresca y perfumada.
Es tuya.Te desea.
Con sus vestidos y colores de temporada.
Con sus viejos aires portuarios.
Y su amor por ti;
Intacto.
         
                                                        Jorge

lunes, 15 de abril de 2013

El Señor de las Agujas



Que empiece a temblar,
pues voy tras un infierno que realmente queme;
que incinere piedades y filantropías impías.
Un averno de tiempos remotos,
actualizado,a nuevo,esperándote.

El chico de la mirada chueca,
vende muerte en la vereda,
enfrente de la escuela N° 6.
Se siente fuerte; conoce las contraseñas.
Será todo un lumpen,
si sobrevive para esa época de aires mortales.
Usa gorra de un equipo que no conoce.
Escucha melodías callejeras en su MP3,
en un inglés que imita en cómica mímica.
No sabe,no entiende,no comprende,no vacila.
Cambia polvo por lechuga,
vende rica medicina en pequeñas cartulinas.

Que empiece a temblar su amo,
pues iré tras sus demonios,sin armas ni temores;
blandiendo esta locura.
Voy portando banderas de clamores,
y una desición arisca,que lo hará bramar.

El chico de mirada torcida,
huye por los callejones,
salta verjas y descarta sus posiones.
Nada queda en su mochila,de veneno.
Ya no matará niños chuecos,como él.
Quizá una nueva suerte eche sus dados,
y la vida lo retenga entre sus brazos,
apretándolo.
Pero,ahora mismo escapa de un destino,
que ya no sabe de perdones,
ni corderos descarriados.

Voy ahora por su dueño,
la gran"fiera" de los "dealers".
Su miedo se vuelve tangible,
pues intuye que el final (previsible)
acecha en puertas y ventanas,
de su guarida de jeringas sucias.
Sabe que no hay salida,y frunce el ceño.
Los ángeles de muerte no se entregan.
Venden cara su existencia.

Hace tanto que me espera,
que el final de juego se le ha hecho carne,
y ,mientras aguarda escupe
restos de su mala suerte ,en la vereda.
Una estocada sin palabras,
recibe sorprendido en su pecho,
y al cabo,ya está hecho....
sin sangre y sin dolores,
se marcha donde oscurece antes.
Donde nadie lo conoce.

Los demonios no habitan en los cuentos.
Respiran,fornican,ríen y cantan...como vos.
Esas bestias exhalan un aliento,
que corrompe a los hombres y su temor.

                                                Jorge

Pescadores Costeros (Prosa Poética)



A la memoria de Yamandú:
Maestro de amaneceres costeros.
Faro que guió mi infancia de niño pescador.
No te olvido.

                    1

En las costas estañas
se dejan ver muchachos en el arrecife
marisqueando mejillones
Que harán las delicias de alegres turistas.
Obsequios del mar y del duro trabajo de sus hombres,
allá.....en el roquedal.
Serán el copetín de pequeños barcitos
que se apiñan en las ramblas de Piriápolis.

                    2

Para bajamar,en La Coronilla,las noches de luna,
grandes cangrejos Sirí de fuertes tenazas violáceas
terminarán su suerte en la olla.
Su exquisita carne se servirá en su propia concha,
y animará las veladas de alegres degustadores,
de pies secos y caras rojas.

                   3

En las playas de fina y blanca arena
más allá....en La Barra del Chuí,
la ágil pala cavará buscando blancas almejas
y pequeños berberechos,
para servir en las paellas su suave sabor marino.

                   4

En las grises escolleras de quebrados bloques,
heridos por antiguas tempestades,
los mediomundos se llenarán de pequeñas majugas
para la sabrosa fritanga.
Y en los días en que el viento del sudeste,
trae mar de levas a cuestas,
arriesgando un poco más la soga,
y las alpargatas en la restinga,
se llenarán copiosos baldes
con camarones frescos y brillantes.

                  5
Tras ellos,el pescador persevera,
esperando la llegada de jureles,
palometas,y plateados pejerreyes,
que se acercan al banquete,
y terminan en las redes.

                  6

Copiosa pesca;fortuna de un buen día,
de piel reseca y caras curtidas,
para los pescadores costeros,
que,alegres cocechan, tenaces, 
los tesoros del mar,jornada a jornada,
dura hazaña en la que pasa su vida.

                                             Jorge