martes, 31 de diciembre de 2013

Mira al Frente



Mira al Frente



En las sendas sin retorno
solo hay paisajes
delante de nuestros ojos.
Al frente de los caminantes
valerosos o locos,
que se atreven a andar
con  anteojeras de cuero,
como caballo de carro,
o una férrea voluntad
a prueba de descuidos
Todos saben que caminan
por lugares que se esfuman
tras su paso.
En estos viajes de ida
la memoria borra los recuerdos.
Cada huella se desvanece,
cada pisada pasada, se pierde.
Toda piedra es otra piedra,
sin otra relación
que su propia naturaleza.
Tú y yo caminamos juntos
aferrados por nuestro amor
y tomados fuertemente de las manos.
Te digo una frase ingeniosa
por romper el silencio
y conjurar tanto miedo.
Te ríes como pájaro.
Como arroyo cantarín.
Te ríes hasta doblarte
y soltar mis manos.
Bailas y giras,
y frotas tus ojos.
Detienes tus pasos…
Sigo mi camino
Sin recuerdos, sin pasado.
Sigo como  se marcha
en estas sendas de peligro.
Solo.

                               Jorge


lunes, 30 de diciembre de 2013

Tormentoso Sur



Tormentoso Sur



En las calles angostas
la luz final
tiñe las casas de sepia.
Los vacíos carros cartoneros
yacen con sus maderos
apuntando al cielo.
Los niños son rehenes,
presos en sus casas a oscuras.
Anochece lentamente
y golpean a mi puerta…

Mis abuelos polacos
vagan confundidos
cuando acecha la tormenta.
Ya no les abro.
Volverán al puerto viejo.
fantasmas del oxidado
barco prohibido.

Las nubes ocres, agrisadas
se ciernen ominosas…bajas,
ocultando las antenas
de los techos altos.
En el penumbroso bar
los hombres sin piedad
sostienen sus vasos
con manos débiles, mente absorta,
temblorosos…
agazapados tras los licores.

Con las primeras gotas, un trueno,
explosión, alarido,
hace vibrar las ventanas.
El viento sucio de polvo húmedo
sopla con fuerza,
abalanzándose por los callejones,
empujando remolinos turbios
como un furioso ente vivo
profiriendo maldiciones.

En las casas se encienden velas,
y su luz escasa, íntima,
alumbra rostros silenciosos,
aburridos…sin ideas.
Frente a televisores en coma,
y computadoras yertas. 

                             Jorge

domingo, 29 de diciembre de 2013

El Hombre Quieto




 El Hombre quieto

                                                            ( Tango. A Silvia Copello
                                                                  Artista- amiga)


La verdad de esa sala
no es la soledad.
Pobre sensación aparente
del hombre quieto.
Está rodeado, en realidad,
por los  fantasmas amigos,
del ya jubilado gavión,
convocados por su pulso
entrecortado.

El hombre quieto
mira el vaivén
del ruinosos ventilador,
que murmura artísticos quejidos
ardiendo al calor
de impiadosas chapas al sol.
Las aspas revuelven apenas
el espeso aire húmedo
del “Verano Porteño”.

Sueños en MP3 de una milonga
que dice  suburbanos abandonos,
y recuerdos ásperos
que ensayan sin parar.
En los pequeños auriculares
suenan fuelles
que hablan en su idioma.
Que respiran aires de arrabal.
Suenan amores pasados
y tangos para bailar.

Se adormece, el hombre quieto,
transpirando sudores acres y fríos.
El pasado le devora
de a mordiscos la conciencia.
El se ve vestido
con su traje negro, de alpaca
y peinado estirado a la gomina.

Aprieta a su pareja.
Piernas entre las piernas,
hasta sentir su pubis
contra su propia pasión erecta.
Y soñando deja la vida,
Entre volutas de humos de salón,
de un pasado,
en el que hace tiempo,
el hombre quieto se perdió.

                               Jorge



sábado, 28 de diciembre de 2013

Tiembla



Tiembla


Se abren comarcas de piedra.
Huyen quienes pueden del azote.
Tiembla la tierra.
Primero llega su murmullo.
Luego los caballos patean el suelo.
Levantan las aves su vuelo,
y todos salen a las calles
del norteño pueblo andino.
La tierra se sacude en olas.
Imposibles ondas de locura.
Como si el suelo fuera
una alfombra , fuertenente sacudida.
Se sienten los latidos
desacompasarse en el pecho.
Colapsan algunos edificios nuevos,
y resisten los elásticos adobes
más pobres del rancherío.
Tañen las campanas de la iglesia,
sin que nadie agite sus aldabas.
Por fin, en un rugido de horror,
lejano e inmenso,
Se quiebra el dique centenario.
 Las aguas invaden las fincas,
y todo lo arrastran.
Mezclando barro con las cepas
de las parras destrozadas,
con sus raíces desenterradas.
Se quiebra en una grieta
la ruta asfaltada.
Luego, lenta, llega la quietud.
Y las gentes que recogen gentes,
pertenencias rotas…miradas oscuras,
ojos y mejillas…mojadas y saladas.
Esperar la réplicas
con  corazones endurecidos
Habrá que arreglar
las ruedas del carro…rotas.
Salir a repartir agua.
Auxiliar a los vecinos.
Seguir viviendo en el valle alto.
Todo sigue , todo empuja.
Iremos a la Salamanca.
Dejaremos humildes ofrendas y pedidos.
Falta poco para el carnaval…
Que el diablo nos deje tranquilos.
                                

                                Jorge    

viernes, 27 de diciembre de 2013

La invasión De La Nada




La Invasión de La Nada



             1
Tal vez vuelvan
las aves migratorias,
a encontrar el rumbo
de sus vuelos ancestrales.
Qizá recuerde su viejo instinto
los invisibles caminos en el aire.

              2
Desde los confines llegan
estruendosos sonidos huecos
de ecos reverberantes.
Y, la visión del horizonte
va tornándose
carcomida y fragmentada.
La maldición de La Nada
parece de todo apoderarse.

             3
Va devorando cielos y mares.
Montañas y valles.
Naciones animales y vegetales.
Recortando campos y ciudades.
Consumiendo paisajes, nubes…
desiertos y glaciares.

              4

En medio de un Apocalipsis,
tangible, y verdadero,
tal vez El Todo no esté perdido,
y seamos los humanos, quienes detengan
a la monstruosa fiera sideral,
concentrada en devorarse poco a poco
la materia universal.

            5

Quizá La Nada huya
ante una fuerza poderosa:
El inconsciente colectivo.
Herencia de una raza
que señala destinos.
entre cataclismos…
Y eternidades.

                      Jorge

                        




jueves, 26 de diciembre de 2013

Tiempos




Tiempos


Si pudiera perdurar aquel día
bajo el emparrado,
la glorieta y el jardín.
Con el espíritu casi virgen
del niño que perdí
en el viejo Quilmes.
Si pudiera regresar
cada difunto amado,
otra vez a mi lado,
con solo cavar.
Si pudiera chasquear mis dedos
y nuevamente caminar descalzo,
sobre los granitos rosados
de la rambla de Montevideo.
Si tuviera a mi lado
a mi mas querido amor.
Y volvieran los tiempos
de aprender a mentir sin culpas.
Si mis hijos fuesen nuevamente niños,
y no los bellos hombres
que hoy vuelan raudamente,
haciendo sus propios caminos.
Si pudiera revertir ciclos y tiempo…

Ya no podría escribir sueños.
Ya no sería abuelo.
Ya no crecería mi alma
con nuevas compañías
y nuevos deseos.
Ya no palpitaría fuerte
mi corazón porteño.
Viviría en un recuerdo.
En un libro sin final.
Si pudiera regresarlo todo,
Ya no sería un poeta
Que vive cada verso.
Que sueña en cada escrito…
Sería, tal vez una sombra,
desandando inseguros pasos
en su propio laberinto.


                                 Jorge

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Paz Final



Paz Final


 

                    “Otros amigos han volado antes.
                              En la madrugada me abandonará,
                             como mis esperanzas han volado antes.
                             Entonces el pájaro dijo: Nunca más.”
                            
                                                              Del Poema: “El Cuervo                     
                                                               Edgar Alan Poe (1845)


El ave de bruñido plumaje
vuela sobre el mar plomizo,
sin posarse en los pequeños islotes
sobrevivientes del desastre.
Hace mucho medra la líquida planicie
buscando sus costas ancestrales.

En la escasa tierra magra
Los únicos ríos son de negro asfalto.
Las  pocas lluvias
forman arroyuelos ácidos
que se secan, arrojando
infectos vapores.
Todo es baldío reseco.

Los hombres buscan sustento
sin pausa y sin recuerdos.
Las mujeres hurgan con palos,
entre el rojizo polvo salado,
buscando raíces amargas.
Con sus senos vacíos
y adusta mirada.

Son tan pocos los remanentes
de las antiguas huestes humanas,
Que también las guerras
sucumbieron finalmente al colapso.
Hasta la paz devino en azote aberrante.

Unos pocos ancianos
resguardan con celo,
algunos libros arcanos,
que encierran la historia.
Son los custodios ciegos
de las peligrosas cajas de Pandora.

El ave, agotada, continúa su vuelo
sobre el mar enorme;
empobrecida sopa agria
que refleja la enfermiza luz
de un sol que hiere.
Finalmente se posa sobre las aguas.
No es un Fénix de leyenda.
Grazna, aletea, y finalmente,
muere.


                                    Jorge

lunes, 23 de diciembre de 2013

La casa Arocena



La casa Arocena


Cerrada ya la puerta de dos hojas
de noble cedro barnizado.
Clausura con herrajes de bronce
y aldaba en forma de león.
El jardín ingles descuidado,
y transformado en un monte
de pastos crecidos,
y arbustos achaparrados.
Allá, en el barrio de Carrasco.
El tiempo de soledades y abandonos
comenzó a adueñarse de la casa.
Su dueño, anciano solitario,
de una antigua familia del lugar,
Fue encontrado inerte
después de varios días.
Solo y yerto, como su morada.
Los vecinos avisaron de su muerte.
Los herederos del difunto anciano,
ni siquiera lo recordaban.
Esterilizados de nostalgias familiares,
se ocuparían del vetusto caserón,
cuando acabaran de devorarse
entre ellos.
Entre disputas y papeleríos quedó la casa.
Sola.
Dentro, muebles cubiertos
por blancos lienzos.
Polvo acumulado sobre polvo.
El viejo reloj de pié,
se detuvo a los pocos días,
cuando daban las tres de la madrugada.
La casa cruje sin que nadie atienda
a su lamento solitario.
Las antiguas cañerías gorgotean ahogadas
su final de sarro y óxido,
que comienzan su perseverante corrosión.
La casona centenaria
espera, sin antiguos esplendores,
con callada paciencia,
la llegada del querido fantasma de su dueño,
que acompañe la solitaria, constante, penumbra.
Y el reloj moverá una vez más su péndulo.
Sonarán por tres veces las campanadas.
Luego callarán por lo que dure en pié,
la antigua casa Arocena.
                                            

                                          Jorge

domingo, 22 de diciembre de 2013

Traición



TRAICIÓN



Hay momentos  que solo un niño puede sobrellevar; con su alma casi de estreno, y un mundo que puede serle hostil.
Los humanos tenemos la tendencia instintiva de protegerlos, herencia de todos los animales.
Sin embargo… ¿Como los protegemos? Algunos de nosotros se sienten incapaces de “afrontar la responsabilidad de criarlos”. O “son inmaduros aún”.
Y tenemos excusas aún mas aterradoras: “Te vas a arruinar la vida”,
Nuestra sociedad…Nosotros, somos los únicos homínidos que pueden fallar a la hora de proteger y guiar a los críos. Así, la orfandad, la violencia para con ellos y, la falta de respeto a la bella condición de ser niños, nos hace a todos, (sí, a todos) cómplices de una traición.
La miseria, las enfermedades, la desnutrición, son nuestros monstruos.
No hemos sabido redimirnos.
La Brecha entre la pobreza mísera y la riqueza se expande, y ya es abismal.
La loca tendencia a un tipo de política caníbal, lejana a la austeridad de los inicios de la revolución industrial ha devenido en el consumo y la compra de bienes y artículos francamente compulsiva.
Las autoridades políticas, judiciales, legislativas, a las que se delega la administración de las leyes, y de los recursos, no son una excepción a nuestra ceguera social selectiva.
Hay gente invisible…niños invisibles. Casi no los vemos. No nos importan, en realidad. O intentamos pedir perdón con cada limosna que damos, somos nosotros quienes mendigamos comprensión, disculpas.
Niños inhalando pegamento,fumando,bebiendo alcohol, consumiendo drogas, trabajando como esclavos, yendo a la guerra como pueriles soldados, plegados a las huestes del ma.Traición.
Hemos hecho, o permitido hacer, de muchos países, verdaderos campos de concentración y exterminio para muchas etnias aborígenes, por ejemplo. Con sus abdómenes hinchados por el hambre. Lejos del acceso a la salud, a una correcta educación.
Solos frente a un mundo con mayoría de gentes anestesiadas. Vacías de compromiso social. No recordamos, por regla general, cuales son los “derechos humanos” a los que suscribimos.
Dejamos a muchos niños vivir o morir sin llegar a llenar sus almas de amor. Sin conocer el profundo significado de pertenecer a una estirpe social.
Sin bregar por que ellos hereden un mundo más justo, que nos empuje, como la naturaleza misma lo ordena a la evolución.

                                                                              

     

 Canción de los Niños Perdidos



Venimos en la noche.
Tralalá!
Llegamos hasta ti
que te has dormido
echado sobre la mesa,
 en tu cuaderno
 un poema empezado,
y con tu lápiz en la mano.

Haremos una ronda
y bailando a tu alrededor,
cantaremos.
Tralalá!

Cuéntanos una historia
de niños perdidos.
Venimos desde las tinieblas.
Desde un lugar extraño.
Tralalá!

Queremos un cuento
Que nos hable del amor
Que no conocimos…
Estamos en un limbo.
Tralalá!

Confiamos en ti, poeta,
Y en tus sueños.
Venimos asustados.
Hace frío y está oscuro.
Estamos perdidos
en un laberinto.
Tralalá!

Escribe una canción
que nos guíe en el camino. 
Las tinieblas nos envuelven.
Estamos perdidos

Tralalá!


                                  Jorge.



viernes, 20 de diciembre de 2013

Lectura




Lectura



Leer.
Hasta sumergirnos
en el pulso mismo del verbo.
Hasta abandonar
todos nuestros otros
sentidos y acciones,
abstraídos en el texto,
que se apodera de nuestra conciencia.
Leer.
Hasta soñar seguir el vuelo
de cada frase, de cada verso,
cada relato.
Inmersos en el universo
que el autor ideó.
El mágico mundo de una realidad
hija de la palabra.
Leer.
Abstraído de todo.
Leer concentrado.
Sentirse dentro de un laberinto
de imágenes, personajes, acciones.
Recorriendo los secretos
de alucinadas sensaciones.
Leer hasta ser uno mismo…y otro.
Leer.
Hasta crecer.
Hasta desbaratar el abismo
que corta los caminos.
Sacudirnos el letargo y cruzar
puentes de libros.
Con la fuerza de la idea escrita.
Leer.
Hasta ser.



                             Jorge

Confusión




Confusión



El anciano,
parado en medio del parque,
miraba los árboles,
y los niños jugando.
Musitaba palabras,
gesticulaban sus manos.
Un guardia negaba con la cabeza.
…Demencia senil, pensaba.
-No tiene remedio.
El anciano repetía los versos
recién creados.
No tomaba notas…
solo balbuceaba amores.
Y eternidades.


                           Jorge

Miradas




Miradas



En un momento
la rama amenazó quebrarse.
El gran felino saltó en el aire.
Detenido por mi asombro,
durante un dudoso espacio de tiempo
pareció volar,
con una elasticidad imposible.
Con un golpe abrupto,
clavó sus garras en otro árbol.
Y aún saltó hasta otro mas retirado.
Saltaba y corría por la espesa fronda,
como creado para esa vida arbórea.
Por un instante,
nuestras miradas se cruzaron.
El puma y mi genuina admiración.
Hubo un entendimiento ecléctico,
entre mi fascinación recelosa
Y su mágica naturaleza.



                           Jorge

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Noche de Luna Roja



Noche de Luna Roja



Fue cuando la noche comenzó a ganarle
la pulseada cósmica y eterna, al día.
Las ansiosas figuras sin sombra
prepararon sus meticulosos maquillajes
de espectrales payasos sin circo.

Todo se ralentizó.
Las mujeres heroicas
apretaron contra sus tetas
a los niños pequeños.
(niños sin temores…sin historia)
La luz diurna se fue desvaneciendo
como una fotografía que se quema.
Cancina, lentamente ,
sometida a la llama mínima de una vela.

Alas membranosas cubrieron
una porción del mundo.
La nocturnidad convocó a sus hijos,
llamándolos por sus nombres.
Y todos los seres amigos de la noche
entonaron el murmullo de sus himnos.

Las ventanas cerradas
se empañaron de sudor frío,
atentas, desde sus ojos vítreos.
Todas las puertas se tornaron dudosas.
El cielo oscuro, como lapislázuli  bruñido,
Desplegó su tenue red
de brillantes gemas astrales.

Y, al fin, la luna llena
asomó su ciclópea presencia.
Enorme, y roja.
Como una gigantesca brasa astral.
Dominando la escena, y ocupando
la atención de las asombradas miradas.
Llenándolo todo
de preguntas sin respuestas.


                                       Jorge

martes, 17 de diciembre de 2013

Los Hermanos



Los Hermanos


Ladrillo sobre ladrillo.
Cemento, arena y cal.
Dos hermanos construyen
su rudimentario castillo.
Balde por balde.
Chapa madera y clavos.
Sienten como el final
se acerca, raudo,
y apuran la construcción.
Ladrillos y sudor.
Sin ventanas ni puerta.
Sudor y locura…
Sudor y olvido.
Clavan las últimas chapas
en la madrugada del sexto día.
Dejan todo y esperan exhaustos,
con la mirada larga…
hacia donde el sol despunta.
Cuando el amanecer cubre
de indefinido color
el paisaje suburbano,
divisan la silueta
de un hombre cargado
con un pesado bolso.
Se va acercando
 silbando y sonriendo.
Llega y se abrazan.
Entonces, el tercer hermano,
comienza sin demoras su tarea.
Saca del bolso un atado de leña,
un trozo de carne fresca,
y una pesada maza.
Se quita la camisa,
y comienza a derrumbar la construcción,
a puros mazazos.
Solo.
Mientras, sus hermanos observan extasiados.
Abrazados,… con aires de satisfacción.
Al anochecer su trabajo se ha acabado.
Y él  se encuentra exhausto.
Con ampollas en las manos.
Pleno, hartado de poder.
Se une a sus hermanos
que asaron la carne en una fogata.
Así , comen y beben.
Cantan y bailan.
Y, en la madrugada del séptimo día,
deciden su suerte
según el palillo más largo.
Dos, se encaminan al este,
Y uno, al poniente.
Solo.


                          Jorge

domingo, 15 de diciembre de 2013

Imágenes



Imágenes


                  "Quien sabe,Alicia, este pais,
                           no estuvo hecho porque sí.
                          Te vas a ir vas a salir, 
                           pero te quedas.
                          Donde más vas a ir"

                                                      Charly García



Espejos que son ventanas
Al paisaje propio de nuestra imagen.
Invertida para asegurar
su  cualidad de copias…
Imperfectas.
Así es la realidad
que devuelve  a nuestros ojos
el cristal metalizado.
Alguna minucia se nos ofrece
de manera poco veraz…
Sin que uno lo note.
Es la irrealidad posible.
La que escapa a nuestra capacidad
de diferenciar imagen y objeto.
Espejos.
Que en el mundo onírico
en que habita la utopía,
trasmutan su cuerpo en gelatina,
que cede al paso,
a las almas que se animan,
si  desde el umbral del miedo
seguimos….Como Alicia.
Espejos surreales, que se comban,
y metamorfosean nuestra imagen.
La engordan, la empequeñecen,
la estiran, la adelgazan...
Rezagos de recuerdos vagos,
de lugares visitados
Desde los desconcertantes juegos
de la realidad.
Variable. Confusa.

                                 Jorge


sábado, 14 de diciembre de 2013

Poema en Suspenso



Quien sabe que pegajoso rayo
se adhirió a los huesos fríos
del hombre del papel en blanco.

Que poder ominoso paralizó su mano,
que aun después de la larga noche,
sostenía el Faber n°2.
Quieto como como la raíz
de un árbol muerto.

El sueño quedó suspendido
en una metáfora incompleta.
Ya no habitaba el verbo
en el cerebro paralizado.

Recibió el ataque
si un instante de conciencia.
sin un dolor de advertencia.
Sin un quejido leve.

Sin embargo
el poder de la palabra
quedó suspendido de su alma,
esperando un trance final
para hacerse poema.

Cuando el desenlace verdadero
lo aleje de su cuerpo.

Cuando el carrusel de ambulancias
hospital, médicos y llantos
abandonen la perdida causa
de mantenerlo en suspenso....

Otra mano escribirá los versos.
En otro papel.
En otra secuencia....
Otro vertiginoso espiral de sueños,
plasmará las palabras inspiradas
del poeta muerto.

                                   Jorge



jueves, 12 de diciembre de 2013

Nocturno 30



Nocturno 30


En la noche sin estrellas
los hombres sin culpas
descansan sin sueños.
La oscuridad se desliza,
ganando terreno
por las calles mudas.
Tampoco la luna
ilumina los inciertos caminos.
En la nocturna opacidad
los monstruos verdaderos
descansan…
Luego de hartarse de vidas
y destruir deseos.
Nadie viene por ellos.
Los héroes habitan
un universo irreal
en los televisores ciegos.


                          Jorge

Toque de queda




Toque de queda


En las calles descastadas
restos de la batalla,
pintan lutosos bosquejos
de fuego y muerte
en el macadán austero.
La tormenta remitió su furia
por tiempo desconocido,
y las veredas están desiertas.
Las escallas de las vidrieras,
esparcidas, brillan por el piso,
como diamantes apocalípticos.
Las maderas clavadas
tapian puertas y ventanas.
En las esquinas,
los semáforos siguen
con su monótona rutina,
sin enterarse de frías ausencias.
El temor se esconde
tras los cerrados postigos.
Impulsada por ferocidades
confusas y desalmadas…
morosamente, la sangre
va llegando al río.


                       Jorge

martes, 10 de diciembre de 2013

La Mujer de la Niebla



La Mujer de la Niebla


                                  A Uriel



“Anse tenía una palabra. Amor, la llamaba,
Pero había tantas palabras…
Podía ver la palabra transformada en un recipiente
Y llenarse”

                                                William Faulkner
                                             (“Mientras Agonizo”)


Conocí cuando pequeño
la leyenda de una mujer
rodeada por la niebla.
Por donde ella andaba,
silenciosa, callada,
una húmeda nube blanquecina
la envolvía … la seguía.

Como toda leyenda
muchas eran sus variantes.
Que era una anciana,
que  una bella joven…
Una maga.
El fantasma doliente
de una meretriz asesinada…
Que la niebla se despejaba
cuando ella se enamoraba
de algún muchacho ocasional.

Sin embargo, una jornada fría
de finales de otoño
vi llegar un banco de niebla.
Era ella…lo presentía.
Se acercó a mi lado.
Extendió una mano fuera
de su vaporosa capa,
y me ofreció un pequeño
brote de higuera,
con las raíces envueltas
en un femenino pañuelo.

Siguió su camino, sin rumbo.
Sin destino siquiera.
Un deambular por el surrealista mundo
de las oníricas, imposibles realidades.
Yo era un niño entonces.
Más niño que ese día, ya no sería.
 Planté el  pequeño brote,
que solo dos hojas tenía.
Cada tanto, en el viejo bar
alguien contaba la historia
de una mujer maldita
condenada a la niebla.

Con el pasar el tiempo
 le di alcance a la verdad,
clara , indudable, bella.
 Fue el día que, con mi nieto
comimos los dulces frutos
sentados a la sombra
de mi querida higuera.


                             Jorge

lunes, 9 de diciembre de 2013

No claudicar



No claudicar


“Lobo suelto. Cordero atado”
                         Los Redondos.




Desperté acostado sobre el suelo árido.
con mi cuerpo reseco, dolorida mi carne.
Confusa mi mente, en un laberinto
de somnolencia y abandono.
Planté mis codos en la arena gruesa
y levanté mi tórax y mi cabeza,
que latía rítmicamente
en una sinfonía de dolor punzante.
El sopor fue remitiendo,
mi vista se aclaró,
y miré a mi alrededor, la llanura extensa,
salitrosa y acechante.
mi propia soledad era la única, ominosa presencia.
Me levanté y probé mis piernas
que respondieron temblorosas.
No había en la infinita estepa
ni tronco ni roca donde sentarse,
ni agua que beber, ni achaparrados vegetales.
Desperté, ciertamente a la nada absoluta,
rodeado de un paisaje con el fétido olor de la muerte.
Cuando el miedo comenzó a devorar
mi frágil conciencia, racional….a medias,
divisé en el confín de la planicie maldita…
una nubecilla de polvo.
Hice sombra sobre mis ojos
con mi mano izquierda por visera.
La posibilidad podía ser cierta.
La nube fue acercándose
en las interminables horas sin referencias.
Ni relojes…ni artilugios tenía.
Cuando comencé a distinguir
algo así como centauros en el vasto erial,
 el sonido del galopar de cascos
sobre el suelo endurecido,
cobró una dimensión real.
Al rato, siete jinetes me rodeaban callados.
Siete descarnados rostros.
Siete miradas que reflejaban mi imagen,
desde la profundidad de insondables cuencas óseas.
Cuando uno de ellos me ofreció su huesuda mano
para subir a su cabalgadura,
escupí  en ella y retrocedí solo un paso.
Quizá yo fuera el último vestigio,
malherido y desgastado, de la humana especie;
(nunca podría comprobarlo)
pero aun estaba presto a dar batalla,
a los monstruosos sicarios del hambre y la guerra,
la ponzoña mortal y la mentira,
que matan…que contaminan.
Mis opciones eran pocas: La muerte o la vergüenza
de volverme otro soldado dispuesto a asolar la tierra.
Por fin se marcharon riendo, y tronando su galope.
Estaba exhausto y enfermo.
El aire era rancio y corrompido.
Habría de agonizar lentamente, mas no claudicaría
a la entregada crudeza del exterminio.
Moriría como” lobo suelto”…
no como” cordero atado”.


                                             Jorge

viernes, 6 de diciembre de 2013

Equilibrista del Delirio



Equilibrista del Delirio


El hombre mantiene atento
un frágil equilibrio de pasos cortos.
Un pie descalzo delante del otro…
en atento avanzar. Firme.

El hombre camina lentamente
por la línea del horizonte.
Concentrado.
Con la mirada hacia adelante.
Los brazos extendidos a los lados
como alas de un pájaro gigante.

El hombre camina así;
manteniéndose en el límite.
Sin arriba. Sin abajo.
Suspendido en la mínima línea
del espejismo diáfano.

El hombre camina
sobre una soga imaginaria.
Sobre la utopía hecha senda
que separa  dos cósmicas realidades.
Equilibrio entre el cielo y el mar.

Si trastabillara, y perdiese el paso,
flotaría en un cielo galvanizado
hasta perderse en el éter infinito.
O se hundiría hasta el abisal fondo
del océano eterno.

El hombre en equilibrio,
camina por la recta lejana del delirio.
Y no espera redes salvadoras,
ni sueña con la realidad de alguna meta.

El hombre que anda por el horizonte
es un poeta.


                                             Jorge

jueves, 5 de diciembre de 2013

Recuerdos Olvidados



Recuerdos Olvidados


Inspirado en el poema “ Inventario”
De Jorge Luis Borges.


Un collar de cuentas.
Comprado en el parque
a un dudoso artesano.
Dos láminas de pintores surrealistas
que solo pienso en enmarcar,
cuando las encuentro,
al ordenar mis bártulos,
arrumbados en una caja
de cartón corrugado.
Una hoja de maple
encerrada entre las páginas
de algún libro de mi biblioteca.
(Ya no recuerdo su título)
Un candado de bronce
que no encuentra su llave,
ni la cajita de chapa
que resguardaba.
Un envejecido liencillo
a medio bordar por mi madre,
que terminado sería un mantelito.
El fósil de una foto doblada y ajada,
de un amor inolvidable (todos lo son),
enterrada entre una pila de papeles
atados con un cordel.
Una moneda de plata (¿de plata?)
Regalo de mi abuelo Jaime.
Un amarillento sobre cerrado,
que encierra una carta
que lleva incontables años
esperando un destinatario.
Tres cajitas de fósforos…
Restos de una de las tantas
truncadas colecciones adolescentes.
Una tarjeta de “feliz cumpleaños”,
escrita por el niño que fue mi hijo.
El fantasma de mi padre,
que insiste en protegerme.
Mi memoria emotiva, aun intacta.
Y este nudo, que no cede…
trabado en mi garganta.

                                      Jorge


martes, 3 de diciembre de 2013

Flotar



Flotar


Se resbaló.
Justo en el último escalón.
Esperó al instante el golpe,
con los ojos apretados,
y manoteando el aire,
como desmañada marioneta.
Pero el brusco contacto esperado
de su cuerpo, contra el mármol
nunca llegó.
En cambio del inevitable dolor,
se sintió flotar en un sueño.
Vio desvanecerse lentamente
el pasillo, la casa,
y la calle, con sus ruidos.
Suspendida en un espacio de brillos,
el cielo límpido se presentaba en lo alto
…y en lo bajo.
No intentó ningún acto de razón.
A su alrededor flotaban pétalos rojos y blancos.
Y, casi estáticas, volaban
exóticas mariposas iridiscentes.
Decidida a vivir su sueño,
se entregó a esa delicia.
Y el tiempo se detuvo.
Capullos de algodón rozaban
su cuerpo desnudo.
Se alegró de tanta  magia, mientras moría.
Los vecinos rodearon su cuerpo exánime,
y tendido en una desencantada posición.
La sangre, brillante;
roja como clavel encarnado,
rodeaba su cabeza y se extendía
sobre el mármol frío.
Su rostro exhibía la mejor mejor sonrisa.
Ya no temía a la muerte.
Esta…o algún orden que desconocía,
Calmó sus angustias.
Alguien besó sus ruborizadas mejillas.
Aun estaban tibias.


                                         Jorge