Tiembla
Se abren comarcas de piedra.
Huyen quienes pueden del azote.
Tiembla la tierra.
Primero llega su murmullo.
Luego los caballos patean el suelo.
Levantan las aves su vuelo,
y todos salen a las calles
del norteño pueblo andino.
La tierra se sacude en olas.
Imposibles ondas de locura.
Como si el suelo fuera
una alfombra , fuertenente sacudida.
Se sienten los latidos
desacompasarse en el pecho.
Colapsan algunos edificios nuevos,
y resisten los elásticos adobes
más pobres del rancherío.
Tañen las campanas de la iglesia,
sin que nadie agite sus aldabas.
Por fin, en un rugido de horror,
lejano e inmenso,
Se quiebra el dique centenario.
Las
aguas invaden las fincas,
y todo lo arrastran.
Mezclando barro con las cepas
de las parras destrozadas,
con sus raíces desenterradas.
Se quiebra en una grieta
la ruta asfaltada.
Luego, lenta, llega la quietud.
Y las gentes que recogen gentes,
pertenencias rotas…miradas oscuras,
ojos y mejillas…mojadas y saladas.
Esperar la réplicas
con
corazones endurecidos
Habrá que arreglar
las ruedas del carro…rotas.
Salir a repartir agua.
Auxiliar a los vecinos.
Seguir viviendo en el valle alto.
Todo sigue , todo empuja.
Iremos a la Salamanca.
Dejaremos humildes ofrendas y pedidos.
Falta poco para el carnaval…
Que el diablo nos deje tranquilos.
Jorge
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