Cuando los días hayan
acumulado la vida,
las tardes serán más largas y templadas
y el lento discurrir del tiempo,
blando y pacífico,
calentará nuestras articulaciones;
endulzará nuestras penas pasadas,
y, redimirá nuestro viejo
espíritu revoltoso,
alistándolo para el momento
de abandonar su antiguo disfraz
ajado y rugoso, y ocupar
su pequeña porción de eternidad,
obtenida a costa de haber vivido.
Jorge
11/4/2012
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