“La memoria es como el vidrio. Aquellos que se fueron
siguen siendo visibles, cercanos; pero ya no hay posibilidad
de contacto. La muerte es muda, prohíbe el diálogo. Solo
permite el silencio”.
Henning Mankell
Espejos Perdidos
Estoy tan disociado de mi imagen que solo la
concibo como la recuerdo.
Cuando Irina me dejó solo…Cuando toda nuestra
vida juntos comenzó
a habitar solo en mi memoria, débil ya, por cierto, mi universo fue compri-
a habitar solo en mi memoria, débil ya, por cierto, mi universo fue compri-
miéndose dentro de la casa de la calle Río
Branco.
La
viudez cambió mis días, transformando mi temperamento, y costum-
bres de forma tal que no noté lo progresivo de
mi aislamiento.
Una
realidad agarofóbica fue evaporando mi vida social, puesto que no
tuvimos hijos. En nuestra relación no germinó
esa noción de perpe-
puarse en retoños…Los pocos parientes que
quedaban con vida, nunca
recibieron noticias nuestras…ni antes, ni luego
del deceso de mi querida
Irina. Ellos, por su parte, jamás tomaron la
iniciativa.
Era el
invierno de 1973. El frío fue la excusa perfecta; la mentira más
piadosa.
Primero fueron los paseos matinales. Se fueron
espaciando, hasta que
ni la calle ni el parque volvieron a recibir mis pasos lentos.
ni la calle ni el parque volvieron a recibir mis pasos lentos.
Pronto dejé de hacer las compras; encargaba lo
que necesitaba del mercado,
por teléfono. Por otro lado, mis necesidades
eran mínimas.
Cuando
se vive actuando la historia propia, uno debe adaptarse a una
realidad diferente: La del pasado. Pero el tiempo siempre corre sobre los
realidad diferente: La del pasado. Pero el tiempo siempre corre sobre los
rieles de la eternidad, y ésta rebalsa nuestra
capacidad de comprensión.
Solo me
reconozco en el recuerdo de una persona de cuarenta…Y ya han
pasado otros cuarenta años de la mañana que
decidí sacar todos los espejos
de la casa. Desde ese momento, las cosas son
como las recuerdo.
Yo soy ese hombre joven de las fotos; el que
posa abrazando a Irina en la
playa Malvín.
Creo que
el timbre no funciona, y la aldaba de bronce reposa quieta y muda,
resignada al mutismo y a la pátina verdosa. Nadie golpea la vetusta
resignada al mutismo y a la pátina verdosa. Nadie golpea la vetusta
puerta de roble.
Dentro,
en la penumbra oprobiosa, se representa el drama de mi solitario
paso por la vida, en la última de las prisiones. La del olvido.
paso por la vida, en la última de las prisiones. La del olvido.
Jorge.
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