sábado, 26 de mayo de 2012

Fogata

Brasas que arden y crepitan
al ser removidas,
lanzando una lluvia de chispas,
con renovado vigor
de su furia eterna.
Atizadas con un palo
por la mano esperanzada
de quien busca calor,
luz y sustento tibio,
que alivie el maltrato.
Un diario viejo
alimenta a la bestia
con un nuevo aliento.
Otra rama en la fogata
para que aguante la helada
de la madrugada invernal
bajo el puente carretero,
sobre el socavón
del arroyo seco.
El fuego,ánima salvaje,
sojuzgada de a ratos
por el hombre callado,
cumple su promesa,
rodeado de piedras,
y otorga alivio 
a la miseria de la intemperie fría,
impuesta por el abandono
y el olvido sin queja.
Arde y se eleva;
y tizna la lata
en la que hierve una ración
de un ignoto amasijo,
que prepara ese cuerpo flaco
para un día más
de deambular desprolijo
y locos sueños perdidos.


                             Jorge

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