Llegamos en los barcos. Fue una forma más de consolidar nuevamente nuestro legado de especie migratoria.
A pié, en nuestras naves, sorteando distancias y adversidades.
Desde tiempo antes de la época histórica,cuando la humanidad comenzó a alternar su medio de vida y sustento, entre cazadores- recolectores y agricultores-pastores, comenzaron las migraciones debidas a sequías, desastres naturales, escacés de alimentos, y persecuciones de diversa índole entre los propios grupos de gentes.
El hombre, simplemente, buscaba lugares más propicios para su supervivencia. Forma parte de su ser y sigue ocurriendo hoy día.
No podemos renegar de lo que somos.
Buscamos tomar distancia física, alejarnos de carencias y trastornos que imposibiliten nuestra supervivencia y la de nuestros semejantes.
Y la lucha se torna inevitable. Siempre habrá quien, lejos de toda meditación al respecto, vea a los nuevos habitantes- desconocidos y " distintos", como un peligro para la propia supervivencia.
Y tal vez olvidemos que existen y existieron dos tipos de emigración: La ya relatada, fruto de la necesidad y ansia de superación, y otra-bien humana, también- hija de la invasión, conquista, usurpación y soguzgamiento.
De la primera, se alimentaron las poblaciones estables, y de la segunda, de alguna manera, también.
Pero mientras las olas inmigratorias enriquecieron culturas y poblaciones atravez de la cultura y la difusión de las costumbres plurales, las invasiones, guerras y exterminios, lo hicieron a costa de un afán expansionista y altivo, considerando a los invadidos- siempre - como seres francamente inferiores, a veces sub- humanos.
La sociedad se va reinventando día a día. Crecemos como especie de la mano de nuestra diversidad. Puerilmente soñé que íbamos en camino de la superación de nuestras "sutiles" diferencias de raza, credo, costumbres; que la susodichas diferencias que existen entre nosotros, serían el trampolín de diversidad que nos haría crecer,elevarnos.
La evolución de la especie, no puede detenerse. Quienes no se adaptaron, en la historia planetaria; quienes se negaron al constante cambio evolutivo, han desaparecido.
Quiera el hombre admitir su diversidad, crecer, creer en sus semejantes y aprender cuanto ellos tienen para aportarse unos a otros. Sepa ser guardián de su propia especie y quienes con ella cohabitan.
La humanidad lo grita desde su propio inconsciente, desde su propio acervo terráqueo.
Jorge
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