lunes, 25 de agosto de 2014

El Banderín




El Banderín


Agosto rumia
cristales helados en niebla,
en Billingurst y Guardia Vieja.
En la gélida tarde,
las ramas desnudas
son manos nudosas,
ancianas, oscuras.
Buscan rasgar,
con nudosas uñas,
el cielo gris
en que recortan.
Tras las ventanas
del café bar El Banderín,
contados parroquianos
tejen y destejen
vidas y olvidos.
Amores y muertes.
Soledades;
deseadas y sufridas,
con ginebra o con café.
El invierno destempla
tardes de fútbol.
Éxitos,
aunque no sean propios.
Aunque sean añejos.
Agrandados por el tiempo…
en la cancha de los recuerdos.
La madera y el mostrador
lustran años de misterios.
Risas; Silencios.
En un rincón escribo;
atrapo arpegios,
rimas y sueño…
Desde el confín de mi mesa
una lágrima de tinta,
un tango hecho de sangre
del viejo bar El Banderín.


                          Jorge.

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