Místico VIII
1
Vienes.
Llevas tatuadas en tu enjuto cuerpo
las crueles reliquias de tormento.
Marcas que se cruzan y superponen
en un infame collage
de antiguas cicatrices.
Macas oscuras y ominosas
que cubren un fruto dulce.
Tu rostro como máscara
de morados cardenales.
Tus labios lacerados,
tu nariz hinchada y rota.
Tus ojos pardos, limpios y claros,
de mirada serena.
Llegas a mí y el estupor me golpea.
Tu súbito abrazo calma mis desvelos.
Olvido mis miserias.
Me aprietas contra ti…
Me sueltas.
2
Te marchas sin volverte.
Algo late en mi alma abierta.
Miro mis manos,
cubiertas de sangre, caliente, escarlata.
Comprendo que es la mía,
que mana tibia y lenta.
Lleno de emociones encontradas.
emprendo mi camino,
dejando a mi paso,
como migas de pan,
gotas
carmesí
que se escurren en la tierra.
3
Despierto en mi cama, confuso y agitado.
Un mal sueño.
El sudor copioso y frío,
y el sol que alumbra la estancia.
Apuro mi desayuno y salgo a la mañana.
Me uno a la rutina… y al rebaño.
En las sábanas revueltas se secan
las manchas de los estigmas.
Jorge
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