miércoles, 4 de junio de 2014

Una Carta



                                           

                                                   Una Carta     




 Oslo    -     Noruega             3 de Junio de 20014


Estimado Oscar:
                           Espero que al recibir la presente, te encuentres bien.
Se que en la actualidad  el contacto epistolar es…casi  una cuestión histórica, pero algo me impulsa a incursionar en esta forma de comunicación, que a lo largo de mucho tiempo fue incluso un medio de intercambio,y aun difusión de las artes.
Espero, que entiendas que mi elección para esta carta no es casual.
Hemos compartido una infancia suburbana. Años de colegio y rabonas, de fútbol en la calle, de gozosos vuelos de la imaginación…en la cuadra del almacén de Francisco, el almacenero ese que nos corría a los gritos.
Y el secundario?  Nocturno. Dos micros, boleto a veces. Juntos todos los días.
Los primeros bailes. Y las primeras novias. Incomprendidos amores. Cuestionamientos paternos, maternos. Conocer el sexo…y contarnos nuestras experiencias, con todo y mentiras.
  Vos fuiste a la facultad…Estudiaste periodismo. Yo estudiaba composición literaria…prosa y poesía.
Para parar la olla y ayudar en la casa, trabajamos en el bar  del gallego Paco. ¡Que propinas flacas! Te acordás? Buenos años que hicieron de nuestra amistad una férrea unión.
Hace algún tiempo, me encontré con tu hermana . Fue una verdadera sorpresa.Trabaja en una consultora europea, y estaba de paso. Me contó que tu éxito como novelista es enorme. Publicaste tres novelas y un libro de relatos. Eso son buenas noticias, Mario. Siempre tuviste esa ambición y felizmente la hiciste realidad…en nuestro querido país.
Recordarás mi pasión por la política…mi militancia, y finalmente mi exilio a Noruega,
donde vive mi sobrina Ada, que me ayudó mucho en los primeros tiempos.
Aquí todavía no fueron publicadas tus obras, que conocí por Internet.
Publiqué un libro con mis poemas con un aporte estatal, aún así vendí poco y repartí volúmenes entre algunos compañeros  latinos y unos pocos noruegos.
No me quejo. Trabajo en una librería del centro. No me falta el sustento y estoy en contacto con los libros (que son mi amor).
No creo que vaya a volver. El exilio devoró mi valentía
Hace ya diez años que no nos vemos. Quizá podamos encontrar por este medio una manera de comunicarnos, cálida y personal. Es cuestión de intentarlo. Es una forma
de hacerlo a través de la palabra escrita. Tal vez esa forma de expresión que tanto amamos, llegue al portento de unirnos. Cartas…y la magia del verbo.
Con afecto, tu amigo:
                                                                                        Oliverio.



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