martes, 1 de octubre de 2013

Nocturno 29



Desde la puerta 
que da al bosque de pinos altos,
miro el cielo estrellado.
Desde el frente, recién blanqueado,
de mi cabaña alquilada
por pasar un tiempo,
desvelando poemas esperados;
la noche ganó su absoluta presencia,
a la hora de las dudas.
Al tiempo que transcurre 
desde el presente ríspido,
al pasado lleno de ecos y voces.
La luna fue parida
por las oscuras copas del pinar.
Desgarrando vagas formas,
surge, plasmando el aire
y el solitario paisaje,
con su espejada luz,
tenue, blanca, disfumada.
Cada titilante,
distante, joya fulgurante,
es fantasma de lejanos fuegos,
que miden distancias
en eternidades infinitas.
La noche toma fuerza y dimensión
de la brisa, 
que murmura desde los pinos
con tu voz.
Visitas nuevamente este eclipse reiterado;
esta noche de soledades,
tu recuerdo vuelve.
Acaricias mi intento de no olvidarte,
una vez más...
Cuando la aurora proyecte su sinfonía,
y arree del firmamento los antiguos, lejanos soles,
y tu fantasma querido.
Fue el aire nocturno el que alimentó
el rescoldo tibio de nuestro amor,
que hace frente al olvido.
Que renacerá en el cielo limpido,
cuando regrese la noche
a cobijar la memoria.

                                   Jorge

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