Mónica
a Mónica Ivulich
Se detuvo en medio
de su caminata matinal.
Se acercó,
con la mirada soñadora
que suelen tener los miopes,
y observó extasiada
una mariposa
posada en una hoja de retama.
Su sonrisa se agrandó
ante tal belleza alada.
El delicado ser
movió sus iridiscentes alas
y se elevó
en el aire prístino de la mañana.
Ella, maravillada,
y al fin convencida de dejar
la acostumbrada seguridad del suelo,
emprendió su vuelo bautismal
con el alma abierta.
Liberada.
Jorge
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