Octavio
El hombre sentado, con las manos en los
bolsillos de su raído gabán…Aspecto descuidado; barba de días, y la mirada
turbia.
El hombre sentado, con las manos en los
bolsillos, en un banco del parque. Una tarde de frío, asoleada y brillante.La
nuca apoyada en el respaldo del banco, la mirada en las copas de las araucarias
y en el cielo.
La anciana llega, saluda” buenas tardes”, se
sienta y saca su tejido: lanas de tres colores, rojo, blanco y azul, y sus
agujas.
-Le estoy haciendo un sweater a mi nieto…Habla.
-Es muy friolento…Dice.
-Trabaja en un obrador muy importante para la
municipalidad. Es Ingeniero en Obra. Agrega.
El hombre, inmutable, la escucha apenas.
-Un buen chico mi nieto…Si. ¿Y usted?, solo y
con esa cara triste… ¿a qué se dedica?
El hombre giro su rostro, hasta encontrar los
ojos de su charlatana vecina. Y habló.
Estudié y me recibí de traductor de inglés,
pero soy, como mi padre, un buen carpintero. En mi taller se construyeron los
bancos de este parque. Son de estilo “novecientos”. La herrería rescatada
después de dos años de búsqueda, es del sigloXlX.Fue restaurada por mi tío. La
madera es quebracho blanco, con un lustre oscuro.
-Bella tarea, le dice la anciana…Porqué tan
triste?
Primero perdí el taller por falta de trabajo.
Luego de años de labor en una carpintería…Perdí mi empleo. Eso me llenó de
angustia. Y pasado un tiempo, perdí las manos en un accidente. Algo
trágico…dijo, sacando apenas sus muñones
de los bolsillos.
Trabajé entonces como traductor y profesor de
inglés.Con poco éxito…Mis muñones espantaban a alumnos y gente, en general.
He atesorado tanta vida como he podido. Siempre
superé las pérdidas a fuerza de trabajo. Y, ahora…ahora no tengo remedio. Ahora
perdí mis sueños.
Jorge.
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