martes, 10 de julio de 2012

Sonámbulo

Escalón tras escalón
alcanzó el descanso.
Sucio.
Miró un rato sus pies,
estirando la pausa.
Siguió,
imaginando un augusto
ascenso al Aconcagua.
Contó sus grampines
y midió cuerdas de vida.
Se detuvo en el noveno;
agitado.
Apoyado en la pared
se detuvo un instante
y continuó
casi apurado,
soñando hacer cunbre,
plantándose en la cúspide
entre las rocas y el cielo.
Helado;
solo frente al eterno abismo.
Sintiéndose héroe
llegó al quinceavo,
y ante sí alló una puerta,
de puta chapa
esmaltada mil veces
y mil veces oxidada,
que cortaba su camino.
Tanteó el picaporte
que cedió a su mano,
cuando no debía.
Abrió esa puerta,
cuando no debía.
Se arrodilló en la azotea
y se quitó las botas
de andinista saboteado.
Se asomó al borde
soleado
y le mintió, valiente
a su imaginario.
El vértigo final.
El salto al vacío
lleno de gracia,
no llegó a despertarlo,
y fue en silencio
absorbido
por el inmutable precipicio.
Llegó al final
como llegó a la sima.
En un sueño.
Deseado.


                        Jorge

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