miércoles, 15 de agosto de 2012

ORACULO




Sangre
que mana de viejas heridas
cicatrices reabiertas
que todo lo cubren.
Llagas que nunca cierran,
eternos estigmas
milagrosa y espesa sangre
Brillante
y oscura como lacre
que corre por cauces
turbulentos
infames ríos.
Lagos sanguíneos,
mares.
No escucharon las alertas
de voces premonitorias
de sabios oráculos.
No claudicaron en matarse,
para mutar en inmortales
orates soldados ciegos
plaga de gladiadores
del apocalipsis.
Sangre de los dioses
del último día
alimenta abismos.
Trincheras desbordadas,
valles de sangre;
Montañas.
Costas imposibles
en las que rompen olas 
elevadas como muros.
Espuma roja
que la marea fatal abandona
en playas desiertas
Sangre de los niños perdidos,
cadáveres que fueron madres,
tetas y vientres vacíos.
Restos de amorosos padres
devenidos en carne muerta
abonan la tierra estéril
que no sueña con cosechas.
Fecundidad perdida
donde ni  la muerte
sobrevive.
Aun ella sucumbió
al ataque de extintos guerreros 
profanos.
Sangre de inocentes que no fueron,
de triunfadores todos
de derrotados todos.
Especie que segó la vida
hasta su última expresión.
Ay...tierra que agonizas
Susurras en aliento final
 la plegaria
que nadie escucha;
es tu cuerpo
el que sangra.

                       Jorge

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