jueves, 30 de agosto de 2012

Sin Mal


                
               
              l
Precedida de nubes,
colosales, ominosas,
olor a pastos húmedos,
a humus mojado,
la lluvia llegó como un azote,
cubriendo confines,
llenando valles y quebradas.
Vertederos trastocados
en inverosímiles cataratas
precipitando con furia
en antiguas cuencas.
Fueron horas ,
que hicieron días,que fueron años;
Eras, eternidades.
Llovió hasta hundir casas,
ablandar adobes,
desmoronar montañas,
barrer la tierra,
cubrir las piedras
ya babosas de musgos
y algas malsanas.
Arrugó la piel de mis manos,
de mi cara.
Cerré mis ojos y se fue mi alma.
Los mares se endulzaron,
se fundieron con ríos y lagos,
y aún después,
llovía.

                 ll
Desperté de mi húmedo sopor
en la acuática inmensidad,
flotando en una vieja puerta
de pino hinchado por el agua,
madera de otra vida,
de una historia olvidada.
Arrodillado sobre ella,
en un abúlico ensueño,
sin playas ni puertos,
sin arribos ni alegrías;
sin puertos ni tristezas,
encogido en mi verdad,
derivando en amplios remolinos
hacia La Tierra sin Mal.

                            Jorge

Al pueblo y la cultura guaraní

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