jueves, 2 de enero de 2014

De Mi Propio Laberinto




De Mi Propio Laberinto



La memoria despierta
mientras yo me adormezco.
Rumor de voces que cantan,
ruegan, lloran, vociferan.
Murmuran mi nombre…
Me llaman.
Cierro mis ojos.
Accedo a mi laberinto de recuerdos,
que recorro como en un vagón,
de aquellos trenes de fantasmas y miedos,
en viejos parques de diversiones
ya extintos.
Una vívida escena en cada rincón.
Mi padre agotado, con los brazos cruzados,
dormido a la mesa familiar de la cena,
luego del duro trabajo en el mercado.
Mi madre leyendo y cocinando,
leyendo y lavando; leyendo y limpiando.
Mi hermano mayor, su sonrisa canchera,
su abrazo fuerte…y su novia de turno.
En mi propio laberinto
todo empieza a confundirse, a mezclarse,
desordenarse.
La escuela en Montevideo, en Buenos Aires.
Los amigos, las ausencias, los amores.
Entre pasadizos brumosos
no acecha el Minotauro,
Pero una tristeza antigua
murmura un presagio.
Es tiempo de salir.
En una curva tropiezo
con los tamboriles de Palermo.
El candombe resonando, y los negros sonriendo
pasan a través de mí.
Se suceden las visiones
como en un mágico teatro.
Recuerdos de amores, de lucha y convicciones.
Y el regusto amargo de perdidas ilusiones.
Mis hijos en bicicleta, más rápidos que el tiempo.
Un automóvil golpeando el cuerpo de mi niño.
El asfalto, ajeno, y un hilo de sangre manando.
La vida  jugando su suerte y ganando.
Y el recuerdo exonerado de todas mis muertes.
Abriré al fin mis húmedos ojos,
ante la muda hoja en blanco,
donde describiré, en un susurro de palabras,
la completa satisfacción,
de haber vivido cada momento, cada experiencia
Entre versos y pasión.


                                        Jorge

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