Domingo 18:00 hs

                                    A Hugo Bab Quintela

Domingo por la tarde.

Respiro hondo

mientras el sol se esconde

tras el edificio mudo

como un antiguo templo,

en la vereda de enfrente.

Un vacío en mis entrañas

y una  condición

de desesperada inquietud

que lentamente,

hace presa en mí.

Tarde de depresión.

El tiempo se derrama

como una cáustica, espesa melaza.

Los siento llegar.

No veo sus caras.

Me gritan…me azuzan,

y, finalmente me empujan

hasta el camino del temor.

La senda de botellas rotas.

Puñales de vidrio multicolor,

que esperan su presa.

Camino por ella

hasta destrozar mis plantas,

y caigo de rodillas.

Luego de un mudo alarido,

yazgo extendido

sobre los filosos vidrios,

que atacan la carne.

Me bañan en mi sangre.

Me dan vuelta con un palo.

No los reconozco.

Los filos se incrustan en todo mi cuerpo.

Soy una figura roja,

caliente, mojada y delirante,

con forma humana.

Me despierto gritando

de mi siesta ardiente.

Agitado, transpirado.

Pensando que el fin de semana

se va deslizando

como una serpiente ciega,

hacia la noche serena.

Hasta un Lunes

de incógnitas develadas.

                           Jorge