lunes, 28 de enero de 2013

La soledad de los dioses



Cayó como un relámpago
en una tormenta seca.
Rugió
cuando golpeó su puño de fuego,
en la roca plana
de las ruinas arcaicas.
El aire se llenó de un olor
metálico; ozónico.
El vapor tardó en disiparse.
Hacía ya micho tiempo
que el templo, a cielo abierto
yacía abandonado.
Ante la ira de un dios ignoto,
ningún sacerdote quedaba.
Ya no existían fieles
que entregaran ofrendas.
Ningún sacrificio en su favor.
Hacía cientos de años...
Las ruinas circulares tenían ahora
una roca partida y vitrificada,
formando un símbolo
solitario y humeante.
Una letra,que es un número,
que es una palabra.
De un idioma no articulado ya
por boca alguna.
Con un significado arcano y mudo.
La palabra de una deidad,
decidida a esperar,
sumergida en el olvido,
la llegada de una nueva era,
en su laberíntico templo solitario.

                                      Jorge

(ruinas tomadas del relato del gran
J.L. Borges)

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