viernes, 15 de febrero de 2013

Místico VI



Bajo los postigos
del templo abandonado
crecen musgos 
y pequeñas flores,
alimentados por el polvo
asentado y húmedo.
Los vitrales rotos
de las ventanas románicas,
dejan ver 
el oscuro recinto,
sin santos ni bancas.
Vestigios de fogatas,
y grafittis obcenos.
Empuñando el gran picaporte
de bronce verdoso,
abro las dos hojas
del portal....y entro.
El eco de mis pasos
suena como espejismo
de reverberaciones corales;
de murmullos de plegarias.
En lo alto de la cúpula,
las telarañas comparten
con las palomas,
el resguardo
de la canícula ardiente
del verano indómito.
Camino lento,
y en la pared del vetusto atrio...
Una torcida cruz de madera noble,
                                        abandonada
por un renacentista Cristo,
de bucles dorados,
que yace hecho pedazos,
en el sucio piso de mármol.
Una torcida cruz
con solo dos pies clavados,
que resistieron el ataque
de demonios bien humanos.
Una torcida cruz, de madera noble.
Manchada por un reguero
de sangre seca,
Borrosa...Olvidada.

                                    Jorge

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