lunes, 1 de octubre de 2012

Como a Francisco



Reuní mis sueños.
Por no sabotearme
junté cielos,
amores claudicados,
miedos compañeros
de astrales viajes
sofocados en el olvido,
que todo lo cierra,
que todo lo niega.
Junté mis tesoros
en un ato pequeño
y, una vez más
doné pasión
y sangre palpitante.
entregué mi alma
y mi cuerpo,
desnudos,
al roce áspero
y la caricia suave,
de mis severos jueces.
Me escuchó la bestia,
como a Francisco,
y me oyeron
las pálidas imágenes
de otros cielos,
reflejadas en lágrimas
encharcadas en las calles
del niño lejano,
perdido en otro tiempo,
con los ojos vendados.

                       Jorge

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