viernes, 26 de octubre de 2012

Tu Viaje



Camino en puntas de pié;
casi no  toco el piso
de pinotea encerada.
Pongo en cada paso
la dolorosa vocación
de levitar.
Pero una tabla cruje,
maldita y floja,
y rompe el encantamiento
que me hacía etéreo,
invisible, ausente.
Te escucho toser
en la habitación cerrada.
Espero como estatua,
que sigas dormida,
envuelta en los laberintos
de las pastillas de colores.
A veces creo que sos vos
la que se está haciendo invisible,
imperceptible.
Y medro por la casa,
leonino, preso.
Buscando alivio
en el repetido movimiento.
Embotada mi mente,
gritos y susurros.
Temores y confesiones
de una espera
lúgubre.
Aguardo el final
como se espera un cuchillazo
aterrado y mudo.
Me acerco a la puerta,
que antes separaba,
el mundo entero, 
de nuestras intimidades.
Y escucho los gorgoteos
de tu respiración despareja.
Voy hasta la cocina,
me acerco a la pared ,
de azulejos fríos,
apoyo mis labios,
y lloro tu agonía,
y la orfandad,
mi doliente compañía.

                    Jorge

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