miércoles, 3 de octubre de 2012

Fantasma



Deambula triste
entre apurados
peatones citadinos,
de nubladas realidades
comatosas.
Ciegos;
pues no miran.
Para la ciudad del poder,
del apretado colapso diario,
obligado anonimato:
No existe.
Sordos a sus súplicas
de atención.
Ajenos entre ajenos,
no reparan en él.
Mira su pecho,
abierto y hueco,
aterrado y confundido.
Quien siempre espera
lo guiará.
Le será explicado todo,
con dulzura,con firmeza,
como un padre
a un amado hijo.
Comprenderá entonces,
que está muerto.
Que solo lo ven,
en sueños,
los chamanes ocultos,
y los niños
Solos.

                      Jorge

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