domingo, 7 de octubre de 2012

Payasos en el Paraiso



Cabriola
y carcajada muda.
Tropiezo ubicuo.
La risa pintada
disfrazando su boca;
su verdadera boca.
Bien afeitado,
pues el maquillaje
no toma en caras sudorosas
ni en párpados llorosos.
Honor al gran payaso!
Aplausos como truenos!

Salió a la arena apisonada.
Ya es su propio muñeco;
zapatos imposibles
y el alma abrochada
en un enorme botón
de su casaca.

Recuerdos 
de sombrero absurdo,
del viejo actor del circo
de los sueños perdidos.
Aferrados a tu nariz,
los niños
tiraban y reían.
Siempre los consentías
luego de la función.

Hoy, tu alma vuela
desde un intangible trapecio,
por cielos de gruesa lona,
y, el olvido.....
ya no es una opción,
pues alguien tiene
que actuar risas
milagros
en el circo de las almas
del buen Dios.

                         Jorge

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