lunes, 27 de mayo de 2013

Amor Felino


El gato comenzó a maullar,
a eso de las tres de la madrugada.
Un sonido grave y áspero,
que no se parecía a las voces
melodiosas y dulces
que emitía a diario.
Me despertó,
pues estaba sentado
sobre una silla
cerca de la cabecera de mi cama.
El maullido era un lamento extraño.
Parecía provenir
desde la profundidad del alma
de mi hermoso gato.
Negro,lustroso.
Lleva una mancha blanca en su pecho,
y ojos de bronce.
En la habitación,
el aire se volvió frío y almizclado.
Me incorporé y salí del lecho.
Por calmarlo y saber que ocurría.
Todo parecía,angustiosamente
yerto y mudo,
a no ser por mi amigo y sus lamentos.
La oscuridad tomó vida propia,
y tornó en una luminiscencia verdosa.
Quise acariciar a mi compañero,
que permanecía quieto.
Mi mano no llegó a tocar al felino.
Mostrándome los colmillos
me disuadió.
Me aparté de él,y la estancia
pareció esfumar sus límites.
Ni paredes,ni techo, ni piso.
Solo la silla con el minino.
La cama con mi cuerpo tendido,
carente de toda señal de vigilia.
El gato lamió sus zarpas
y limpió con ellas sus orejas.
Sin más saltó de la silla.
Se marchó. ( a seguir con sus cosas de gato)
Este ya no era su mundo.
Había terminado el encanto.
Solo vino a saludarme;
a despedirse sin llantos,
Sin abandonos.
Sin compromisos.

                       Jorge

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