viernes, 10 de mayo de 2013

Silvia


A Silvia,perdida en su laberinto.Con afecto.



Silvia


Salí a buscarte,
Siguiendo un presentimiento
Y un anhelo del pasado,
Después de algún tiempo
De no llegarme hasta tu pueblo costero.
Pregunté por ti en la alegre pensión
En que te conocí,
En un viaje cuyo motivo, ni recuerdo.
No pude hallarte.
Una vieja vecina,
Que olía a lejía y jabón blanco,
Me llevó hasta un rincón,
Reconociéndome me dijo
Que te habías marchado hace meses.
Que perdiste la razón,”pobrecita”,
Y te fuiste en medio de incoherencias y llantos.
Hablabas de balnearios, y de amores
Y de arena y canciones.
Fui tras de ti, con indicios más firmes.
Con contraseñas que fueron nuestras,
De tiempos de abrigos, y palabras, y canciones…
Y vertiginosas pasiones.
Había una playa que siempre nombrabas,
Y que no conocí, sino por tus vívidos relatos.
Luego de devaneos, demoras,
Y dudas y temores…
Llegué a tu lugar secreto.
Bajé a la playa serena y fresca del mes de abril.
Luego de caminar un corto trecho
Con decisión segura y febril,
Casi al final de la caleta, te vi.
Arrodillada en la playa, murmurando…ajena.
A tu lado un botellón de tosco vidrio verde.
Contabas con tus manos pequeñas,
Uno a uno, granos de arena
Que ponías en la botella.
Toqué tu hombro, apenas,
Y te volviste.
Tus labios se apretaron y tu mirada se perdió,
En algún sitio detrás de mí.
(Lejos, lejos, dolorosamente lejos)
Seguiste con tu tarea, murmurando números.
En tu bolso asomaba otra botella vacía.
La tomé sin que lo notes, y comencé a contar
Los pequeños cristales gastados,
Acomodando mis cifras, a tus voces.
Al fin de cuentas, Silvia,
Nunca te gustaron los relojes.

                                        Jorge

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