A Silvia,perdida en su laberinto.Con afecto.
Silvia
Salí a buscarte,
Siguiendo un
presentimiento
Y un anhelo del
pasado,
Después de algún
tiempo
De no llegarme hasta
tu pueblo costero.
Pregunté por ti en la
alegre pensión
En que te conocí,
En un viaje cuyo motivo,
ni recuerdo.
No pude hallarte.
Una vieja vecina,
Que olía a lejía y
jabón blanco,
Me llevó hasta un
rincón,
Reconociéndome me
dijo
Que te habías
marchado hace meses.
Que perdiste la
razón,”pobrecita”,
Y te fuiste en medio
de incoherencias y llantos.
Hablabas de balnearios,
y de amores
Y de arena y
canciones.
Fui tras de ti, con
indicios más firmes.
Con contraseñas que
fueron nuestras,
De tiempos de abrigos,
y palabras, y canciones…
Y vertiginosas
pasiones.
Había una playa que
siempre nombrabas,
Y que no conocí, sino
por tus vívidos relatos.
Luego de devaneos,
demoras,
Y dudas y temores…
Llegué a tu lugar
secreto.
Bajé a la playa
serena y fresca del mes de abril.
Luego de caminar un
corto trecho
Con decisión segura y
febril,
Casi al final de la caleta,
te vi.
Arrodillada en la
playa, murmurando…ajena.
A tu lado un botellón
de tosco vidrio verde.
Contabas con tus
manos pequeñas,
Uno a uno, granos de
arena
Que ponías en la
botella.
Toqué tu hombro,
apenas,
Y te volviste.
Tus labios se
apretaron y tu mirada se perdió,
En algún sitio detrás
de mí.
(Lejos, lejos,
dolorosamente lejos)
Seguiste con tu tarea,
murmurando números.
En tu bolso asomaba
otra botella vacía.
La tomé sin que lo
notes, y comencé a contar
Los pequeños
cristales gastados,
Acomodando mis
cifras, a tus voces.
Al fin de cuentas,
Silvia,
Nunca te gustaron los
relojes.
Jorge
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