El Grito
Cuando
se escuchó el grito
Todo
se detuvo,
Como
si nada ni nadie
Pudiera
hacer nada más que escuchar
Y
perderse en ese sonido.
Los
constructores dejaron
De
colocar cemento y ladrillos.
Se
detuvieron los partos.
Las
grandes manadas
Hicieron
un alto en su gran migración.
Cuando
el prolongado alarido
Recorrió
la tierra,
La
gente detuvo su andar.
Los
automóviles frenaron
En
las atestadas autopistas.
Las
aves bajaron de las alturas.
Los
infantes dejaron de jugar
En
las plazas y calles.
Cuando
el desgarrador sonido
Llegó
a los oídos de los hombres santos,
De
los bohemios profetas.
Los
ancianos sabios
Murmuraron
nuevos salmos
Que
alababan ni rogaban a dios alguno.
Pedían
perdón por el horrible martirio que sufría,
En
nombre de todos…Uno.
Esta
vez el tormento caería
Sobre
cada ser de este mundo,
Ollado
por la sangre y la desgracia.
Cuando
el grito se prolongó,
Y
creció hasta ser alarido, sirena,
Todos
comprendieron la advertencia.
Los
ríos detuvieron su cauce.
Cesaron
su furia los volcanes activos.
Y
cuando todo en este mundo
Se
hubo detenido…
El
lloroso y desnudo niño hambriento
Cerró
su boca, y callo el aullido.
Nada
se movió de su sitio.
Se
detuvieron las mareas.
El
viento amainó por completo.
El
planeta entero por fin comprendió,
Las
causas impostergables,
Del
dolor de un solo crío.
El
alcance infinito de una sola vida.
El
valor y la fuerza de la voz imperiosa
Que
clama por su existencia.
Que
exige el derecho a ser preservado
De
la muerte artera y dolorosa.
Castigo
del hambre, la guerra,
Y
el ominoso olvido.
Jorge
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