viernes, 21 de junio de 2013

La Ofrenda



   La ofrenda





La noche cubría mi paseo
Con  un manto húmedo
De neblina pestilente.
El Riachuelo discurría
Cerca, muy cerca, lento,
Oscuro, aceitoso y moribundo,
Y su olor sulfuroso y pútrido,
Era una extraña advertencia
De la agonía y muerte
Del antiguo río herido.
Los vapores se elevaban
Poco a poco
De la superficie del cauce negro.
Ese era la visión
Que acompañaba,
Mi nocturna caminata
Por la Avenida de la Ribera.
Las casuchas apiñadas
En la vereda de enfrente
Me recordaban calladas
Donde sitiaron a mi gente.
Allí, donde los cercaban
La miseria y las pestes,
Allí donde fueron arrojados.
El ghetto de los marginados
Por el infame y multitudinario
Club de los ciegos selectivos:
Ciegos a la pobreza,
Ciegos al infierno,
Que forjaron en la fragua
Del acopio desmedido
¿De riquezas? ¿De dinero?
Volviendo a mi paseo…
Terminó a su tiempo.
Envuelto en la oscura noche,
De cara al cielo,
Entre fétidos vapores.
Sin mi cartera,
Entregado a mis más íntimos sueños.
Donando mi ofrenda
De tibia sangre,
A las tristes aguas del Riachuelo.

                             Jorge

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