domingo, 2 de septiembre de 2012

Flor amarilla



Llegué al parque
antes del amanecer
a ganarle horas 
y placer, al embrionario día
que se intuía ya;
a abrir mis sentidos
en la orilla del mate .
Los colores
comenzaron a despertar
de su sueño opaco.
El primer amargo
y fue el jilguero
trinándole al mundo
su imperioso deseo
de fecunda inmortalidad.
El termo llenó el segundo
y se hicieron presentes
el lago y la calesita
cubierta con su lona desteñida.
La humedad del pasto
y las palomas
ruidosas y descaradas,
a mis pies
llenos de migas.
En la tercer cebada
se distrajo mi mirada
Al borde de la alambrada
del club de jubilados,
una mancha amarilla
una pincelada humilde
genial y poderosa.
Pequeña manifestación
del arte natural,
belleza áurea;
flor
al resguardo de bullicios
y mortales zapatillas de domingo.
Una promesa de amor
que no agonizará 
en ramo alguno.
El sol ya brilla alto
confundiendo la visión
de la dorada diminuta figura
del diente de león.

                          Jorge

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