martes, 30 de julio de 2013

Perdido en la Calle



Perdido en la Calle


El cuerpo está oculto
 de las miradas filosas.
Apartado y quieto,
por no molestar.
Cartones y diarios,
trapos, y un perro dormido,
cubren del frío,
que insiste en el viento,
que se cuela en las escaleras
de la vieja estación.
El hombre dormita su abandono
abrigado entre andrajos.
Acompañado por la inocente virtud
de su flaco amigo animal.
Cuando despierte, si puede…
si pasa con vida la noche invernal.
Si el calor no abandona
su piel ni su sangre,
será otra mañana, helada, lluviosa,
para él, que perdió
 su historia en la calle.
En el laberinto vertiginoso
del  ya no volver.
Pues no queda nada tras él.
Llorar el vino de limosnas,
y el pan del perdón,
por el que ruegan
quienes arriman su moneda,
el zahir, por la deuda.
Con esquiva mirada.
Soñar despierto…
Jugar a ser invisible.
A desaparecer en un instante,
De las calles angostas
 que suben del puerto.
Único acto de magia improbable.


                                     Jorge

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