lunes, 5 de agosto de 2013

Escalvo en Alejandría



Esclavo en Alejandría


Un esclavo.
Encadenado con rojizos grilletes,
ásperos hierros oxidados,
a la pared del fondo,
de la antigua biblioteca fantasma.
Cerrada, incendiada…
Apenas unos carbones enterrados.
Negada a lectores.
Un esclavo.
Dispuesto al martirio iniciático,
que le permita un día,
abrir los antiguos libros arcanos.
Capaz del sacrificio y la total entrega,
por pertenecer a los sabios amos
del conocimiento vedado.
Un esclavo.
Sufriente, hambreado.
Con el castigo de la solitaria existencia
en el extraño claustro;
la negación del reposo.
La visión de la inalcanzable sabiduría.
Un esclavo.
Con llagas en muñecas y tobillos.
Con una llama encendida en su corazón.
Esperando su momento de iluminación.
Cuando, fervientemente lea,
 Ya terminada  su larga agonía.
Un esclavo.
En su último día.
Leyendo, hasta su encuentro
con la paciente, muerte final.
Entregándose resuelto, y libre.
Ya completo.

                                       Jorge

 



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