martes, 27 de agosto de 2013

Raíces- Epopeya subterránea



Raíces - Epopeya subterránea


                  1
Nudosas raíces
hurgando resecos terrones,
areniscas y gravas.
Empujando, insistentes.
Abriendo caminos
en la endurecida tierra.
Rasguñando, cavando
sin pausa, sin tregua.
Ciegas, delgadas…imparables.
Hendiendo el suelo
pobre y craso,
buscando agua,
preciosa, negada.
Raíces como manos.
Ásperas .
Manos de duras labores.
Dedos huesudos
con uñas gastadas,
por la pesada tarea,
bruta…necesaria.
Raíces amadas,
perseveran.
Dan y alimentan,
buscando en lo profundo
de la madre tierra.
Húmeda,pródiga y bella.
Secreta.
Morena.


               2
Raigón monumental,
de lento andar,
avanzando al inevitable
encuentro con la roca.
Sus hijas, mensajeras,
pequeñas radículas,
la rodean y siguen su camino,
de búsqueda afanosa.
Gruesa y centenaria raíz.
La que no se detiene;
la que nunca cede.
Palpa la piedra…
La recorre meticulosa,
hasta hallar una grieta,
mínima, secreta.
La invade.
Se expande. Crece.
Se extiende.
Penetra y desgarra el granito,
que ya no resiste
el embate vegetal…
Y se raja.
Se separa. Se abre.
Se quiebra.
Y la anciana leñosa
continúa su senda.
Haciendo su propio camino,
se adueña del destino.
Nada detiene
su dura lucha por la vida,
Ante la reseca, árida muerte.


                  3
Milenario sostén
hundido en la tierra.
Tarea invisible….
Soporte tenaz
del gigante del bosque.
Enhiesto y elegante
Goliat vegetal,
de tronco nudoso.
Engalanado por líquenes
Y musgos.
Visitado por aves que anidan
en sus ramas.
Bañando de luz y sonidos
Y variopintos colores.

Corazón oculto.
Abrazo a la tierra;
mamando de ella
 la preciosa humedad,
que será savia vivaz
de las leñosas arterias.
Escondida y oscura.
Profunda y tenaz.
La oculta parte
del ente colosal,
negada a la luz.
Sin bellos visitantes.
Sin el aria del viento
vibrando en las hojas.
Oculta bajo las tinieblas
 del manto fecundo.
Con un destino profundo.
Invisible karma
De abrigo y oscuridad.
Entregada su vida
Al trabajo maternal.


             4
Una pala holló la tierra,
Y se trabó.
Lo mismo ocurrió,
con otro intento.
Los enmascarados obreros
 intentaban, en vano, cavar
en el enfermizo desierto.
Las raíces entrelazadas
cubrían todo el subsuelo.
Allí, en el reino de la desolación,
la piedra, las sal , y el castigo.
Vestigios de una batalla antigua,
se enredaban abrazadas,
aún en su subterránea agonía,
los restos del bosque perdido.
El último intento de sobrevivir,
a la apocalíptica conducta
de una especie sola.
De un ejército de zombis
carentes de razones.
Seres que olvidaron pasiones,
de natural supervivencia.
Las duras raíces aguardan,
desde su suspendido estado
de inmortalidad,
el regreso de la savia viva….
en un coma de eras,
Esperan.
Saben que sus verdugos serán
artífices de su propio final.
Esperan.
Fuertes sarmientos de la resurrección,
por una lluvia limpia.
Una tierra que lave sus heridas,
con nueva sangre.
Brotarán fuertes, y obcecados,
los soldados de la vida.
Cambiarán, poco a poco,
esa mezcla de inmundos
gases letales,
por fresco aire, para recomenzar,
la historia tenaz,
fecunda y rica
de la eternidad.



                                Jorge

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